¡El Bestia Team vuelve a montarla en Gredos! Esta vez hemos ido a por el segundo pico más alto después del Almanzor, pero con un poco más de mala leche: La Galana.
El plan era el siguiente: recoger al Figura después de su curso de reciclaje, a eso de las 21:15 y salir pitando para Gredos. Una vez allí, hacer el camino desde la plataforma hasta la Laguna Grande, acampar, pasar la noche lo mejor que pudiésemos y a la mañana siguiente subir (y luego bajar) a La Galana.
La cosa empezó un poco retrasada, porque entre que encontré al Figura y al resto de colegas con los que habíamos quedado (Paco, Fran e Isa), nos dieron más de las 21:30, luego nos tomamos unos sandwiches putrefactos del Rodillazo (en el estómago) y al final salimos sobre las 22:00 de Madrid hacia la A6.
Llegamos a la Plataforma de Gredos a eso de las 00:30, sin mayores contratiempos por el camino que una pillada de mano que le hice al Figura con la ventanilla de mi coche, cuando la bajé por un segundo para que nos hiciésemos una idea del frío que hacía fuera, ese tiempo fue suficiente para que asomase la zarpa y se la entallase mientras la intentaba retirar. La verdad es que tiene fuerza el elevalunas de mi coche.
Una vez en la Plataforma, nos empezamos a abrigar con todo lo que llevábamos (varias capas de ropa, guantes, gorros, bragas, forros polares...), porque hacía un frío de pelotas. Entre eso y el preparar las linternas, los frontales, cargar bien las mochilas y comer algunas piezas de fruta, empezamos a marchar sobre las 00:50 hacia la Laguna Grande.
Al poco rato empezamos a notar que andar tan abrigados por caminos tan empinados da demasiado calor, así que tuvimos que hacer algunas paradas técnicas para poner y quitarnos prendas hasta encontrar el equilibrio térmico adecuado. Hicimos algunas intentonas de ir sin luces, pero la luna estaba bastante escondida y las estrellas, que se veían con muchísima claridad, no eran suficiente.
Encontrar la primera fuente fue más fácil de lo que pensábamos, a pesar de haber tenido unas cuantas falsas alarmas durante el primer tramo del recorrido, pensando que la teníamos delante. Paramos allí a repostar agua y descansar unos minutos y luego continuamos el camino hacia el mirador.
Sobre las 2:55 notamos que algo se mueve delante de nosotros. Acojone tipo "Blair Witch Project" durante unos segundos, hasta que conseguimos reconocer al OANI (Objeto Asustador No Identificado), que no era más que una cabra que salió corriendo camino hacia adelante.
El resto del camino hasta la altura de la laguna no tuvo mayores incidentes, pero justo al llegar a la orilla tuvimos que hacer un poco de backtracking para seguir por la ruta correcta hacia el refugio. El segundo susto de la noche vino cuando yo iba a la cabeza y escuché un repiquetear metálico... tardé unas décimas de segundo jodidamente intensas en asociar ese sonido a las patas encadenadas de los caballos que tienen los encargados del refugio.
Una vez al lado del refugio estuvimos a punto de pisar a unos cuantos montañeros que estaban vivaqueando entre las piedras con un par de huevos. Buscamos un sitio más o menos llano para plantar las tiendas y a las 4:00 de la madrugada aproximadamente ya estábamos metidos hasta las orejas en los sacos de dormir. A mí se me empezó a quedar el culo frío porque justo tenía que ponerlo fuera del aislante para tener una postura equilibrada y no resbalarme... así que le tuve que pedir al Figura que me arropase con el saco extra que había traido amablemente en previsión de que hiciese demasiado frío; todo un detallazo.
Después de hacer un par de veces la coña de "Necesito una mujeeeeeeé!", ya empecé a quedarme sopa mientras el Figura me contaba nosequé historias y tuve que advertirle que no se molestase mucho, que ya no procesaba lo que me decía.
A las 9:00 de la mañana ya se empezaba a oír actividad de nuestros compañeros, que querían ir a desayunar al refugio. Nosotros optamos por seguir durmiendo un rato más. El frío mañanero, que se nos cala en los huesos más que durante la noche, nos incita a quedarnos en los sacos el máximo rato posible, pero al final al grito de ¡¡¡Bestia Team!!! el Figura y yo nos armamos de valor y salimos de un salto, para acto seguido empezar a abrigarnos como unas nenazas.
A eso de las 11:00 ya tenemos recogidas las tiendas y estamos preparados para comenzar la ascensión. Fran, que es novel en este tema (juas, dicho así parece que nosotros fuésemos Edmund Hillary, que por cierto, murió a comienzos de este año), tuvo un ataque de sentido común y decidió quedarse cerca del refugio en lugar de venir con nosotros (un alivio también para nuestras espaldas, porque se quedó encargado de cuidar las tiendas y los sacos).
La ascensión, como siempre, es un coñazo al comienzo. Mucho esfuerzo físico al subir por las morrenas y poca diversión. A mí siempre se me quitan las ganas de continuar por el cansancio muscular, sobre todo cuando pienso que todo lo que estoy ascendiendo lo voy a tener que descender luego, pero por suerte siempre están ahí los colegas arengándome. Me acuerdo mucho de lo que pesa mi cámara réflex y de por qué narices me la habré llevado... al menos sólo me he llevado el Vivitar 28-210mm f3.5-5.6, que a pesar de que no es lo mejor en óptica, es el más versátil que tengo y también muy robusto, por si se lleva alguna sacudida.
Vamos subiendo hasta la portilla del venteadero, donde nos encontramos con más gente que sube a La Galana y algunos que ya bajan. Hacemos una parada para disfrutar de las vistas, picar un poco y echar un trago, aunque el agua ya se nos está acabando y preferimos reservarla. Desde ahí, La Galana está un poco tapada y aún así acojona bastante.
Terminamos de bordear el pequeño pico que tenemos delante hasta llegar a la muesca que lo separa de La Galana. Aquí, una sensación de auténtico riesgo empieza a rondar la cabeza. Es el momento del todo o nada: o te vuelves para el refugio con el rabo entre las piernas o le echas huevos y sigues hasta la cima de La Galana. Al final se impone el "ya que he llegado hasta aquí...".
Esperamos a que se volviese toda la gente que había subido a la cima o que estaba por allí, para evitar congestiones en pasos complicados, que podrían provocar situaciones bastante incómodas. Dejamos las mochilas al otro lado de la muesca y sólo con la cámara de fotos (hija de puta, lo que pesas) y nos pusimos a ello.
A partir de ahí al Figura no paró de temblarle el labio hasta que llegamos arriba (y ahí le siguió temblando). Cuando estábamos llegando al punto complicado, unos de los montañeros con los que nos habíamos cruzado antes, nos dieron a gritos desde abajo indicaciones sobre cómo subir. Se agradece bastante cualquier apoyo, más que nada por saber que hay gente que ya lo ha hecho y que no vas a ser el primer loco que suba y se escoñe por meterse por sitios imposibles.
Al final coronamos y ya nos quedamos tranquilos, pero por poco, porque el descenso suele ser más jodido que la subida.
Sin más incidentes llegamos de vuelta a la base del Ameal de Pablo, donde el Figura y yo nos quitamos las botas y remojamos un rato los pies en la charquita. Paco e Isa sacaron los kikos y nos pusimos a comer. Al poco rato, vemos que se acerca un macho cabrío con unos cuernos bastante imponentes. Suponemos que las intenciones que trae son de picotear lo que se nos caiga o les arrojemos, así que le digo a Paco que para que nos deje tranquilo que les eche unos kikos lejos, porque el Figura y yo estamos descalzos y no nos apetece echarnos a correr por si pretende embestirnos.
Paco se pone a tirar kikos como loco, mientras ve que el cabrón se le acerca. Desesperado ya tira la bolsa y se aleja. Yo me incorporo y le quito la bolsa de delante de los morros al cabrón antes de que empiece a considerarlo como propiedad suya y nos quedemos sin kikos.
Al momento, se unen un par de machos cabríos más y somos testigos a escasos metros de unos pequeños testarazos que se meten entre ellos para ver quién se come los kikos. Mientras tanto, el primer cabrón gorrón parece que está posando para mi cámara de fotos. Cuando nos hemos hartado de hacer fotos a los cabrones seguimos con el descenso, que es más puñetero por el cansancio que ya llevan los cuádriceps encima.
Por fin, sobre las 17:30 pudimos llegar al refugio, donde estaba Francisco esperándonos. Por suerte se lo había montado bien y había estado dando paseos por ahí cerca y hablando con la gente, así que no llegó a aburrirse. Nos habríamos sentido bastante mal los demás si no hubiese sido así...
Nos ponemos a comer como unos posesos, las deliciosas empanadas, tortilla y pan de ajo que ha preparado la madre de Paco, al lado de lo cual los bocatas palidecen por completo. Después, estiramos las esterillas y nos echamos un rato al solecillo, que pega bastante bien.
A las 19:00 nos vamos incorporando, porque el sol se ha puesto detrás del Almanzor y empieza a refrescar cosa mala. Nos abrigamos, recogemos todo y emprendemos el camino de vuelta hasta la plataforma.
Anochece por el camino y a la altura de la primera fuente nos encontramos con otros tan frikis como nosotros, que van hacia la Laguna Grande con linternas y frontales,a repetir nuestra pequeña gesta.
Llegamos a los coches sobre la 21:30. Estamos bastante contentos por el esfuerzo realizado. A pesar de que todo el mundo nos había dicho que a quién se le ocurría hacer esas locuras, nos había salido todo perfectamente sin ningún percance de importancia.
A mi coche le cuesta un poco arrancar después de haber pasado una noche a la intemperie, pero al poco ya está ronroneando como un gatito asmático y rodando hacia Madrid.
Diooooooooooooooooos!! BESTIA TEAM!!! BESTIA TEAM!!
ResponderEliminar(soy el figura y lo que queda de su labio maltrecho)
qué buena crónica! ahí queda eso para la posteridad ;-)
ResponderEliminarJe je je... bueno, habrá que ir añadiendo nuevas poco a poco ;-)
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