Me suena que el título del post se lo he robado a una película, pero el caso es que no recuerdo haberla visto ni saber de qué va. El motivo por el que lo pongo es porque se han acabado la vacaciones, así que ahora vamos a recapitular un poco.
¿En qué he gastado el tiempo durante este verano? pues básicamente en dejarme crecer el pelo... y poco más. Apenas he salido de mi casa. No me he pasado ningún videojuego. No he estudiado. No me he emborrachado. No me he sacado el carné de conducir. Podría seguir mucho tiempo enumerando las cosas que no he hecho.
Resumiendo, que me he tocado los huevos enormemente. De hecho creo que de las pocas cosas de provecho que recuerdo haber hecho una es escribir este weblog. Y tampoco es que sea de mucho provecho.
De lo más emocionante han sido las últimas semanas. He tenido 7 exámenes en este Septiembre y he aprobado 6, lo cual no está nada mal. Por desgracia la única asignatura que he suspendido era la que me quedaba de 3º, lo cual me lo pone muy difícil para pasar a 5º, así que tendré que ir a suplicar a la subdirección de la titulación o yo qué sé. También me ha dado la vena artística: he hecho algunos dibujos y también he aprendido a usar las viejas cámaras de fotos SLR de mi padre; una Nikon FE-N y una Canon FTb.
Pero no nos pongamos en plan intimistas, que no es el estilo de este weblog. Como las batallitas del tito fortran están ganando posiciones en la encuesta, voy a contar lo que ha pasado este último fin de semana de vacaciones... habíamos estado planeando una escapada playera unos cuantos compañeros de clase, pero como suele pasar siempre, la mayoría se rajaron antes cuando estábamos a punto de confirmar el alojamiento. Así que hicimos pacto de cohesión el núcleo fuerte y decidimos irnos de pingo al pueblo de uno de nosotros, sin contar con nadie más que con nuestros testículos y una botella de whisky.
Así que el viernes estábamos dispuestos para salir zumbando, y así lo hicimos. Llegamos al pueblo sobre las 20:00 y fuimos a comprar algo para cenar. Adquirimos las típicas pizzas, lasañas y canelones para microondas, que siempre dan mucho juego. Cenamos y nos ponemos a jugar a la play, que también da mucho juego. En los juegos de coches no tengo nada que hacer, así que disimuladamente sugiero unas pachangas al Tekken 3, donde fundo bastante más. Salimos a dar una vuelta y volvemos a viciar. Cuando estamos hasta las narices, nos vamos a dormir. Hay por ahí una PC-World del 97, que hojeo para ver si me entra sueño, pero lo que nos entra a todos es la risa. Por aquellos tiempos, los artículos de esa revista nos parecían muy sofisticados y profesionales... ahora mismo nos resulta tan divertido como un tebeo de Mortadelo y Filemón.
A la mañana siguiente suena una alarma a las 9:30, que es rápidamente sofocada a base de hostias. Seguimos durmiendo hasta por lo menos las 13:00. No recuerdo muy bien qué es lo que comimos, pero seguro que para beber acabamos con la fanta de limón y tuvimos que recurrir al licor de mora. Intento dormir un rato la siesta mientras mis colegas se vician a un juego de rallies en la playstation y berrean de la emoción. A las 18:00 nos vamos al río cercano. Pese a que da un poco de reparo porque no hay una "playita" en condiciones para acceder, dos de nosotros nos acabamos metiendo en el agua y nadamos un poco, mientras el tercero nos tiraba piedras desde la orilla (hijo de puta...). Cuando salimos damos una vuelta por los alrededores mientras tramamos nuestros planes para la dominación mundial.
Volvemos a la casa justo a tiempo para cenar y ver Terminator 2, la versión extendida. Los cachos nuevos parecen pegotes bastante mal puestos. ¿A qué cojones venía lo de quitarle el chip al chuarche?. Después más playstation. Yo me voy a dormir un poco antes.
A la mañana siguiente, debido a mi adelantamiento a la hora de acostarme, soy el primero en despertarse y joder a los demás. Me pongo a darles toques a los móviles. Cuando deciden que ya les he molestado lo suficiente, se levantan, recogemos y nos vamos.
Decidimos pararnos a comer en Toledo. En cuanto encontramos un sitio para aparcar, nos vamos a la oficina de turismo a por un plano de la ciudad. Las chicas de allí nos vieron demasiada cara de guiris y nos preguntaron que de dónde éramos. Nos garabatearon un poco el plano marcándonos cuáles eran los sitios interesantes para visitar, tras lo cual el plano acabó en la mochila y no le volvimos a prestar atención.
Subimos hacia el casco antiguo y nos encontramos una tienda de kebaps. Dos decidimos comernos unos para ir haciendo boca hasta que encontremos algún sitio más sustancioso para comer. Entramos allí y el aspecto del establecimiento era de acojone. Poca luz. Una televisión emitiendo una película supuestamente turca. Dos tíos detrás del mostrador con pintas muy extrañas. Unos chavales igual de extraños sentados en la barra. Y todos hablando en... ¿árabe? o lo que sea que hablen los turcos. Entran 3 tíos más, seguramente del mismo grupo étnico. Nos atienden. Pedimos un par de kebaps de ternera. Yo hago como que miro la película y sonrío. Al cabo del rato nos los sirven, pagamos y nos vamos.
Seguimos nuestra escalada hacia el centro del casco antiguo de la ciudad y observamos curiosos que no hacen más que subir cochazos (bmw, jaguar, porsche...) y bajar tartanas. Arriba debe haber una panda de jinchos muy peligrosa, así que nos comemos los kebaps antes de que nos los manguen. Llegamos a una plaza bastante céntrica y encontramos una templo del arte culinario. Un sitio donde la tradición y la cultura ancestrales se unen con el saber hacer y un buen gusto exquisitos, para dar lugar a los mejores platos que jamás haya probado un paladar humano. Qué cojones, que encontramos un McDonalds. Así que ahí nos paramos a comer.
Después de cebarnos bien, nos deleitamos en ver lo bien que se bajan las cuestas que uno ha subido con anterioridad. Sobre todo cuando la gravedad ayuda más que nunca, gracias a esas ingentes cantidades de grasas ingeridas. Nos paramos en un mirador, pero el paisaje no está como parar tirar muchas fotos, ya que unas cuantas grúas estropean la panorámica. Nos sentamos un rato (por motivos obvios) y de paso hacemos un pequeño concurso apostando sobre si dos tías que hay cerca se van a dar un muerdo o no.
Volvemos al coche y proseguimos nuestro camino de regreso hacia Madrid. En esos momentos suenan las canciones más frikis del cd que está puesto: "in de gueto", del Príncipe Gitano; "maldito duende", versionada por Raphael; "pobre principito", de Mamá Ladilla... después de reirnos un rato intentando "pegarle el latigazo" al coche del chófer de Sadam Hussein, llegamos a Madrid y por decisión unánime nos vamos a mi casa a viciar al Counter-Strike. Primero pasamos por casa de mis colegas, para dejar equipajes y recoger ordenadores. Cuando llegamos a mi casa, están de visita algunos familiares, ya que es el cumpleaños de mi madre. Saludamos y después de estar un rato en el patio echando unas canastas nos subimos a la buhardilla.
Inexplicablemente, después de jugar un rato bastante breve, nos damos cuenta de que apenas hay ganas de seguir viciando. Cenamos lo que sobró de la barbacoa que habían hecho al medio día. Subimos otra vez, y al rato bajamos a ver los finales alternativos de "28 Días Después". Efectivamente, saber que al día siguiente hay clase está minando la moral de la tropa.
A la 1:45, decidimos irnos a dormir. Mis colegas deciden que es lo suficientemente pronto como para volver a sus casas. Recogen y se van. Yo me voy a dormir. Me levanto y escribo ésto. Buenas noches.