Recuerdo que cuando era joven escuchaba que según nos vamos haciendo mayores solemos virar a la derecha... «¡Y una mierda, yo nunca voy a cambiar!» pensaba.
Y ahora me encuentro que para los estándares sociales actuales soy una persona bastante conservadora. ¿Qué ha sido de aquel chaval idealista de 18 años? ¿La dura realidad lo ha transformado? ¿Me he acomodado o aburguesado por el camino?
Tras darle vueltas y vueltas al asunto, creo que es posible que aún fuese fiel a mi palabra. El mundo ha ido cambiando, pero yo no. Al menos ahora entiendo la sensación de que pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Los cambios son desconcertantes cuando nos hacemos mayores.
El problema es que la velocidad del cambio social no es constante, sino que tiene una aceleración, ya que va de la mano del cambio tecnológico (la imprenta, la radio, la televisión, internet, el smartphone, etc. son las herramientas para la distribución de las ideas). Me voy a permitir robar esta gráfica para ilustrarlo:
La tendencia es clara. Se ha teorizado que esa aceleración hace que la evolución tecnológica tiende a un límite conocido como la singularidad, en el que el todo el progreso es instantáneo. Pues mucho me temo que en el tema cultural, la singularidad es que todos nos volveremos gilipollas, porque habremos cambiado de paradigma social 3 o 4 veces el mismo día.
En los siguientes posts iré desgranando en qué aspectos me he ido quedando anticuado.
A diario ocurren muchas gilipolleces graciosas que contarle a los colegas. A veces simplemente uno tiene ganas de pegar un par de gritos porque está harto de todo. En ocasiones sólo se busca provocar. Para todo eso está este blog.
sábado, julio 28, 2018
miércoles, julio 18, 2018
Año y medio más tarde...
Hace un año y medio dejé mi trabajo y me he dedicado a viajar por el mundo. He intentado documentar mis peripecias en Instagram y YouTube, pero no le acabo de pillar el punto. Creo que estoy demasiado mayor, no conecto con los nativos digitales.
Cuando empecé este blog era un chaval de veintipocos años que estudiaba ingenería informática y se divertía contando las chorradas que me ocurrían - o que se me ocurrían. No se puede decir que tuviese muchos "followers", de hecho el término ni siquiera existía como tal por aquel entonces, pero es que algunos ni siquiera estaban suscritos, simpremente volvían para ver si había escrito algo nuevo y participaban en los comentarios de forma ingeniosa - no con un simple "keep up the good work" para ver si te la chupan de vuelta. Los lectores asíduos de mi mierdablog me entregaban algo mucho más valioso que una mierda de "like" y un "follow", me entregaban SU TIEMPO.
Hoy en día nos quejamos de que no tenemos tiempo para nada, pero ¿cuántas veces al día refrescas las redes sociales para ver si hay algo nuevo con lo que dilapidar unos cuantos segundos? Desde que tenemos smartphones nuestras interacciones duran varios segundos, cualquier cosa que requiera más esfuerzo empieza a ser considerada una tarea pesada y se descarta rápidamente en favor de otra tarea que tenga una recompensa más inmediata.
No os estoy contando nada nuevo, todos sabemos cómo funciona el mundo y muchos fruncimos el ceño, pero nunca hacemos nada. Hace un par de semanas decidí pararme por la nueva biblioteca municipal que han abierto cerca de mi casa y me saqué el carné. No es una biblioteca enorme y muchas de las estanterías están algo despobladas, así que después de un par de vueltas me decidí por tomar prestado un libro que nunca había leído: Fahrenheit 451. Al día siguiente ya lo había terminado. Me conmovió tremendamente, porque me crié rodeado de libros y hacía muchísimo que no leía ninguno.
Aunque los libros no se quemen, en este mundo leer es un acto igualmente subversivo. Que te jodan, TL;DR.
Si has llegado hasta aquí: bienvenido a la resistencia.
Cuando empecé este blog era un chaval de veintipocos años que estudiaba ingenería informática y se divertía contando las chorradas que me ocurrían - o que se me ocurrían. No se puede decir que tuviese muchos "followers", de hecho el término ni siquiera existía como tal por aquel entonces, pero es que algunos ni siquiera estaban suscritos, simpremente volvían para ver si había escrito algo nuevo y participaban en los comentarios de forma ingeniosa - no con un simple "keep up the good work" para ver si te la chupan de vuelta. Los lectores asíduos de mi mierdablog me entregaban algo mucho más valioso que una mierda de "like" y un "follow", me entregaban SU TIEMPO.
Hoy en día nos quejamos de que no tenemos tiempo para nada, pero ¿cuántas veces al día refrescas las redes sociales para ver si hay algo nuevo con lo que dilapidar unos cuantos segundos? Desde que tenemos smartphones nuestras interacciones duran varios segundos, cualquier cosa que requiera más esfuerzo empieza a ser considerada una tarea pesada y se descarta rápidamente en favor de otra tarea que tenga una recompensa más inmediata.
No os estoy contando nada nuevo, todos sabemos cómo funciona el mundo y muchos fruncimos el ceño, pero nunca hacemos nada. Hace un par de semanas decidí pararme por la nueva biblioteca municipal que han abierto cerca de mi casa y me saqué el carné. No es una biblioteca enorme y muchas de las estanterías están algo despobladas, así que después de un par de vueltas me decidí por tomar prestado un libro que nunca había leído: Fahrenheit 451. Al día siguiente ya lo había terminado. Me conmovió tremendamente, porque me crié rodeado de libros y hacía muchísimo que no leía ninguno.
Aunque los libros no se quemen, en este mundo leer es un acto igualmente subversivo. Que te jodan, TL;DR.
Si has llegado hasta aquí: bienvenido a la resistencia.
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