Cualquiera que haya leido a Proust sabe de lo que es capaz un simple bollo. Bien, yo no he leido a Proust, pero he visto Transporter, que para el caso es lo mismo.
Cuando abrí el cajón, sólo vi un montón de papeles y trastos viejos desordenados. Los volqué sobre la cama y estuve inspeccionándolos por encima. Ahí estaban todos los cupones del abono-transportes... tenía algunos más en la cartera, así que fui a por ellos para colocarlos junto a los demás. Limpié la mesa y los fui separando por años, en total había 6 montoncitos, desde el año 2000 hasta el 2005. Luego los ordené por meses y me di cuenta de que faltaban algunos... intenté recordar qué había sido de ellos... quizá los tiré, los perdí o puede que ni siquiera los hubiese sacado. Quité la goma que sujetaba las pilas de repuesto del walkman y la enrollé alrededor de el taquito de tickets.
Volví a la cama. Lo siguiente sobre lo que recayó mi mirada fueron las entradas de los conciertos. Ahí estaba la mi primer concierto de rock, en la Cubierta de Leganés, tocaban Los Porretas, Reincidentes y como teloneros Flitter, que al final los cambiaron por Skunk DF. El siguiente concierto del que guardo la entrada es el de The Offspring, también en Leganés. De ese incluso recuerdo la fecha exacta, 11-2-2001, porque coincidía con el cumpleaños de la chica que me gustaba. Luego hay algunos más recientes, como el Vomistar Pasiva Noise, en el que tocaron Dover, Weezer y The Cranberries o el de Linkin Park (esos dos en la Cubierta de Vistalegre).
El siguiente grupo de objetos eran acreditaciones varias. De varios SIMO, en los que para acceder como profesional me inventaba las empresas, del CUPCAM, del I Congreso Javahispano, de las Jornadas de la Delegación de Estudiantes (ahí no tengo la mía, porque la intercambié con una chica de Estadística)...
Ahí estaban también los carnés de la biblioteca del Centro Cultural Fernando de los Ríos, ya caducados... junto a la tarjeta del gimnasio y algunos carnés de la universidad caducados. Los metí todos juntos en un porta-tarjetas.
Encontré también un surtido de billetes de autobús y de avión. Los agrupé por viaje, con el resto de panfletos y recibos. Ahí estaban el viaje de ecuador a Tenerife, el de Mallorca y el de Londres. En el de Londres hay un sólo billete de autobús, que utilicé a la española durante toda la semana, también está la tarjeta y la factura del antro en el que nos alojamos, además de un plano del metro, algún folleto de información turística y unas cuantas libras que sobraron.
Había algunas entradas de cine, de películas señaladas, como The Matrix. No me paré a revisarlas todas.
Necesitaba un sobre o una caja para ir guardando separadas las cosas, así que fui al salón a ver qué encontraba. Sobre la estantería, varias cajas metálicas de bombones, de puros, de cava... estaban colocadas de modo decorativo. Cogí una, de bombones de la caja roja. A juzgar por el peso, estaba bastante llena. La abrí. Dentro había varios relojes de pulsera. Todos estaban parados ya. Bonita metáfora.
Volví a mi habitación, cogí un par de cajas vacías de componentes de ordenador y guardé en ellas mis tesoros. Los necesitaré cuando sea mayor y no pueda viajar, ni ir a conciertos... ahora voy a intentar llenar muchas cajas más.
Los recuerdos siempre estarán ahí, sólo hace falta saborear el bollo correcto o abrir la caja adecuada para que afluyan.