Somos la hostia.
Acabo de despertarme después de uno de los viajes más locos que he hecho en mi vida. Todavía me tiemblan las piernas (del cansancio, es que hemos andado bastante). No sé muy bien por dónde empezar, es difícil organizar los pensamientos después de 24h tan caóticas.
Me despierto a las 6:00 en casa de de mi abuela, he quedado con mi colega Juanjo en el metro a las 7:00. Me preparo con bastante prisa y estoy allí a las 6:40. Juanjo aparece en el convoy de las 7:15... no es especialmente grave, tenemos que coger el avión a las 8:40 como muy tarde, todavía tenemos margen.
Vamos bastante entusiasmados, charlando sobre lo que vamos a hacer durante las próximas horas en Ginebra, cuando algo nos llama la atención... vamos por Plaza de Castilla, deberíamos habernos bajado para hacer transbordo en Nuevos Ministerios, 3 paradas antes. La hostia puta. Salimos corriendo y cogemos el siguiente metro en el sentido contrario. El margen acaba de salir volando, esperemos que nuestro avión no haga lo propio sin nosotros.
El transbordo a la línea 8 lo hacemos bastante in-extremis, pero esas "paradinhas" del metro no hacen más que aumentar nuestro nerviosismo... llegamos a Barajas a las 8:10, todavía nos queda llegar a la T1 y buscar la puerta de embarque de nuestro vuelo, por lo menos no tenemos que facturar nada, vamos con lo puesto y unas mochilas con unos cuantos bocadillos, lo cuál es bastante adecuado para echar a correr por las cintas transportadoras, así que aprovechamos.
Llegamos a la terminal exhaustos, y yo al menos ya estoy empapado en sudor. Una putada, teniendo en cuenta que me esperan bastantes horas por delante hasta encontrarme de nuevo con la ducha, pero bueno, estos chicos son tipos duros y no creo que les importe demasiado el olor a chotuno.
Nos encontramos con el resto de colegas de Juanjo, que ya nos están esperando por allí. Hacemos las presentaciones de rigor, que cuando se trata de tanta gente (eran siete) tampoco es que sirvan para mucho, es imposible acordarse de todos los nombres del tirón.
Podemos llegar al avión justo cuando abren las puertas para que vayamos embarcando.
El siguiente par de horas me los paso hablando sin parar, bastante alto por cierto, debido a que se me taponaron los oidos con el cambio de presión y no controlaba bien el volumen. Una señora que iba delante me echó la bronca un par de veces... ¡coño, ya habría tiempo para ser amonestado por montar barullo cuando llegásemos a Suiza!
Como estaba previsto, en Ginebra está lloviendo a cántaros. Nos reciben unos amigos de Diego (uno de los compañeros de Juanjo), que viven allí... nos separamos y quedamos en reencontrarnos en un rato en el salón del automóvil.
Por suerte el recinto ferial está cerca del aeropuerto y no nos mojamos demasiado. A medio camino, los reventas nos ofrecen entradas, que después del regateo bajan de los 14 francos de la puerta a 10 francos. Yo ya llevaba mi entrada comprada desde Madrid, así que no tenía que arriesgarme a que fuese un tongazo.
En el salón del automóvil, pues vimos lo típico, coches, coches y más coches. También azafatas. De hecho, prestad atención a lo que viene ahora, porque es bastante sorprendente. En la exposición de Mercedes-Benz, nos da por preguntar por los nuevos modelos ecológicos y la chica que nos explica el sistema nos dice que puede intentar contárnoslo en español, que está de erasmus en Madrid. Y ahí cayó la bomba.
Intercambio de móviles, de correo electrónico, de facebook, que vamos a quedar en Madrid para salir de fiesta, etc. Y no hizo falta esperar a Madrid, porque nos invitaron a una fiesta privada de Mercedes después del cierre del salón del automóvil. Sí, como lo leéis.
Total, que el salón muy bien, nos subimos a un montón de coches que no podremos comprar en nuestra puta vida (Lexus, Infiniti, Cadillac, etc.) y también a otros más cutres, por vacilar un poco (Dacias, Chevrolets, etc.). Hubo algún momento de tensión cuando un comercial nos estaba explicando las características del motor del Mazda 3 MPS (S4 2.0L y 265cv) y se animaron unos espontáneos rebatir sobre si era inyección directa o no... su mayor argumento era que trabajaban en Mazda (a lo mejor limpiando suelos, yo qué sé), pero mis colegas que son ingenieros mecánicos no se arredraron y se pusieron ahí a discutir todos (en español, por cierto).
La verdad es que hay un huevo de gente que habla español en Ginebra. La mujer que nos atendió en la taquilla era hija de españoles (de Zamora), luego había otra azafata de Dacia que había estudiado en Sudamérica, luego los espontáneos, que uno era sudamericano y otro creo que era gallego, las chicas de Mercedes...
Otra anecdotilla por ahí fue cuando Juanjo preguntó si se podía probar algún coche, que la gente se lo tomaba de forma extraña... todos nos decían que fuésemos a un concesionaro. Estos no saben lo que es el sentido del espectáculo, el año pasado en el salón del automóvil de Madrid estos pudieron probar un Mazda RX-8 y estaba claro que no se lo iban a comprar, es cuestión de ofrecer atracciones para que la gente se lo pase bien.
Despué sde cansarnos de ver coches (sí, realmente uno se puede llegar a cansar), fuimos a la estación de tren para buscar unas taquillas para dejar las mochilas y un medio para llegar al centro de la ciudad. Las taquillas costaban 7 francos (que no devolvían), pero al menos eran enormes y podíamos meter todo en una sola. Por desgracia, Javi se dejó la invitación dentro y tuvimos que abrirla y pagar otros 7 francos.
Después de no conseguir encontrar en la expendedora automática de billetes la forma de llegar a Cornavin, nos fuimos a la parada del autobús y una chica muy amable (que era azafata de Subaru) nos indicó cuál podíamos coger.
Al final el autobús nos dejó más cerca de lo que pensábamos del sitio donde estaba la discoteca de la fiesta, así que nos dimos una vuelta por un parque y aprovechamos para cenarnos unos bocadillos. El parque era muy curioso, tenía tableros de ajedrez gigantes y lo más curioso es que todas las piezas estaban allí, a pesar de que eran bastante ligeras. Eso en España sería impensable, no durarían más de 3 minutos sin vigilancia. Eso me recuerda otra cosa curiosa, que es la relativa escasez de papeleras para lo limpio que está todo. Debe ser que la gente valora más las cosas que se consiguen con esfuerzo y por eso se lo curran para no tirar nada al suelo.
Después de dar algunas vueltas, tirando de GPS, de preguntar a la gente y empaparnos con la que estaba cayendo, conseguimos llegar a la discoteca. En ese momento, me acordé de la película de Blade. Aquello era demasiado bueno, seguro que luego el garito estaría lleno de vampiros que se lanzarían sobre nosotros en cuanto empezase a llover sangre de los extintores.
Entramos y nos encontramos con un panorama un poco chungo, no nos dejan pasar a la sala que tiene ambiente y nos vamos a otra que está bastante vacía... preguntamos que si es que somos negros o qué (el segurata era negro) y es que por lo visto hacía falta una invitación especial para entrar en la sala donde había un convite con barra libre y todo eso. Por suerte aparecieron nuestras nuevas amigas que se encargaron de suministrarnos unas cuantas cervezas, kir y pelotazos por la cara.
Lo que pude ver durante el resto de la noche fue bastante impresionante... las suizas han descubierto el perreo, pero los DJs no les ponen reggetón, así que se restriegan con cualquier música que suene (house, dance, etc.). Además las que más se rebozan son las que tienen el ritmo en el culo. La otra cosa curiosa es que bailan rozando la obscenidad, pero no se llegan a enrollar. Todavía estamos intentando descifrar esas extrañas conductas... a lo mejor es que los tíos saben que tienen polvo seguro y pasan de perder el tiempo con preliminares. De todos modos, yo creo que la mayoría de los que estaban allí se iban a tener que quitar los calzoncillos con agua caliente y espátula.
Algunos estuvieron mareando un poco la perdiz, pero tampoco con mucho ahínco, porque como dijo Abraham, como mucho te lías con una y luego te haces una garruchita en el avión. La otra opción sería que una te llevase a su casa, que te la tirases, que te pegases una ducha (a mí ya me hacía mucha falta), durmieses un rato y que luego te llevase al aeropuerto. Pero eso sí que sería ya ciencia-ficcion.
Así que nos tiramos gran parte de la noche bailando, y una de las cosas buenas que tiene salir de fiesta a las 22:00 es que cuando estás cansado sólo es la 1:00, así que puedes pillar el metro para volver a casa. Pero claro, el problema era que no teníamos casa, así que hicimos un esfuerzo y aguantamos hasta las 2:00.
En ese rato, tuvimos un pequeño incidente con una zorra esquizofrénica, que por lo visto se rozó con uno de nosotros y puso una mirada borde asesina... yo le hice un gesto con la mano de que se calmase, que no pasa nada y ahí se quedó la cosa, hasta que un rato después se acerca a Javi (que había estado más alejado de ella y ni la había visto), hace como que se saca algo del bolsillo y le hace un corte de mangas. La zorrilla se vuelve con sus amigas y su maromo, que se están despollando. Javi, que lo está flipando en colores, se le acerca y le empieza a preguntar "¿A qué viene eso? ¿A qué viene eso?" (en español). La guarra no le entiende (es la única gilipollas de la discoteca que no sabe hablar español, seguro que nos tenía envidia) y ya me acerco yo a llevarme a Javi mientras le digo "ni puto caso, tío, esta es subnormal".
Una situación así en España hubiese terminado irremediablemente en hostias, para el gilipollas del novio por reirse, básicamente. Pero claro, en Suiza tienes las de perder si te metes en movidas, así que pasando como de la mierda. Lo gracioso es que unos pijos mariquitas chocolateros tengan los santos cojones de meterse con gente que, a poco chunga que sea, ya les triplica en malotería.
Después de todo, a las dos ya estábamos para el arrastre, así que decidimos ir encaminándonos para el aeropuerto a descansar un rato antes de coger el avión... Nadine (bendita sea ella) nos pide un taxi con capacidad para 6 pasajeros para que nos lleve al aeropuerto, cuando llega (cagando leches, por cierto), el peseto nos indica que el aeropuerto está chapado y no lo abren hasta las 4:30... la madre que los parió a los Suizos. Total, que como no teníamos otra cosa que hacer, nos vamos a pasar el rato allí.
En el aeropuerto el panorama es bastante desolador. Nos damos una vuelta para buscar la taquilla con nuestras cosas y después nos ponemos a buscar algún sitio para apalancarnos al más puro estilo mendigo y echar una cabezada.
Pensamos que unas escaleras estaban bastante bien resguardadas, pero el viento gélido soplaba de abajo arriba y daba un poco de yuyu... nos agrupamos como hacen las ovejas para aguantar el frío, pero ni con esas. Al final nos metemos en el ascensor que baja al parking, con la esperanza de que no venga ningún segurata a echarnos.
Tirados en el ascensor se nos pasan un par de horas, tras las cuales nos asomamos y vemos que ya hay luz en la terminal del aeropuerto, así que nos encaminamos hacia allí. Un olorcillo a pastelería recién hecha inunda el ambiente, pero en esos momentos el sueño es una sensación más primaria que el hambre y lo ignoramos completamente.
Nuestro vuelo de vuelta sale a las 6:25, así que nos apalancamos en unas butacas que no eran mucho más cómodas que nuestro ascensor.
Después ya no recuerdo mucho, sólo que me metí en el avión y que me desperté aterrizando en Madrid, con las piernas y los pies destrozados; que no sé ni cómo se apañaron para llevarme hasta mi casa. Por fin me pude duchar y me eché a dormir como un tronco.
Coooñe, o sea que las taquillas esas que salen en las pelis de Jason Bourne existen en la vida real...
ResponderEliminarEso o realmente dejaron los bultos en un contenedor de compresas de esos que hay en los baños públicos.
ResponderEliminarHmmmm... Freeman, creo que tú te refieres a las del banco suizo, estas a pesar de estar en Suiza eran más parecidas a las de la consigna del Carrefour, pero sin reintegro de la monedita.
ResponderEliminarSi se nos llega a ocurrir lo de las compresas nos ahorramos 14 francos sucios, que nos habrían dado para un menú Big Mac :-p
No, no, yo me refería a donde guarda una bolsa de deporte en "Ultimatum", no el banco de la primera... Creo que es una consigna de esas en Londres o Milán, no recuerdo bien.
ResponderEliminarJoooder, macho... vaya aventura de un solo día. No sólo las taquillas de Jason Bourne, también el estrés xDDDD
ResponderEliminarY a todo esto, ¿no tienes fotos con las azafatas?
Bueno, es lunes y no hay nuevo post. Que algún deadline le de dos hostias al autor.
ResponderEliminarNo sé qué es "deadline" (espero explicaciones prolijas, donbot), pero si eso las 2 hostias se las meto yo...
ResponderEliminarBah ni caso, palabrería informática. Es el límite que tiene un proceso de tiempo real para hacer lo que tiene que hacer. Espero correcciones, que serán debidamente pasadas por el forro de mis cojones. Soy un poeta urbano.
ResponderEliminarTotal, que le puedes dar las dos hostias.
Desde el cariño Fortran, desde el cariño.
Coño, es verdad, ahora que caigo, es la palabra inglesa para "final del plazo" o algo asíN...
ResponderEliminarDesde el cariño, y desde el respeto.