Llego un poco tarde a publicar sobre esto, y me jode porque los recientes acontecimientos confirman lo que tenía en borrador... Pero bueno, como aquí nunca nos ha caracterizado la inmediatez, vamos a hablar sobre los perfiles de los intrémidos marineros de la flotilla basurilla que hace unas semanas partió a "romper el bloqueo de Israel en Gaza".
reflexiones de fortran y otras basuras
A diario ocurren muchas gilipolleces graciosas que contarle a los colegas. A veces simplemente uno tiene ganas de pegar un par de gritos porque está harto de todo. En ocasiones sólo se busca provocar. Para todo eso está este blog.
sábado, octubre 11, 2025
De profesión: Activista
domingo, septiembre 14, 2025
Charlie Kirk
En los últimos días no he podido dejar de pensar en el asesinato de Charlie Kirk.
Había muchas cosas que no aguantaba de él. Como que utilizase la religión para validar argumentos (esa falta de rigor hacía que no lo respetara intelectualmente), o que hiciese un giro de 180 grados sobre los Epstein Files después de haber estado pidiendo su publicación porque a Trump ya no le convenía hablar del tema (esa falta de coherencia hacía que no lo respetara moralmente).
Lo que sí me producía un enorme respeto era lo que hacía: ofrecerle un micrófono a cualquiera que quisiera debatir con él.
Por eso me horroriza que lo hayan asesinado de una manera tan cobarde. Si no estabas de acuerdo con él, sólo tenías que acercarte al estrado y defender tu punto de vista con palabras, lógica y razón.
Lo segundo que más me ha horrorizado es ver que conocidos míos han compartido mensajes en las redes sociales alegrándose de su muerte, recordándonos lo mala persona que era, o justificando que se lo tenía merecido por difundir odio. Eso me da que pensar que seguramente también se alegrarían de mi muerte, porque soy crítico con muchísimos temas que caen dentro de la ideología woke.
Esto es 100% real de mis contactos de Facebook e Instagram
Lo tercero que me ha horrorizado ha sido pensar en cuál sería mi propia reacción si le hubiesen pegado un tiro a alguien que desprecio enormemente. Creo que es posible que también me hubiese alegrado. He de reconocer que más de una vez me ha sacado una sonrisa cuando he visto en las noticias que a un "activista pro inmigración ilegal" le atracan y le pegan una paliza unos inmigrantes ilegales; o le han hecho un escrache a los mismos que decían que eso era "jarabe democrático".
Nos excusamos llamándolo karma, justicia poética... Pero en el fondo es pura mezquindad. Sólo en muy raras ocasiones, cuando algo me ha dejado completamente en shock y estoy en modo introspectivo, tengo la suficiente humildad como para reconocer que soy mezquino (e incluso avergonzarme de ello).
Y creo que eso es lo que más les jode a los "progresistas" de Charlie Kirk, que no era una persona mezquina. Si le ves debatir con la gente a la que supuestamente odiaba (homosexuales, transexuales, inmigrantes, gente de color, etc.), sólo ves respeto e incluso un genuino afecto por su parte.
Se esfuerzan en difamarlo y lo mejor que consiguen es sacar frases suyas de contexto, con cosas como "no sintáis lástima por Charlie Kirk, porque él decía que no le gustaba la empatía. Pero si te molestas en ver la cita entera resulta que decía que prefería el término "compasión", porque pensaba que nadie puede sentir lo que otra persona siente.
Incluso un medio tan prestigioso como el New York Times se sumó a la difamación de Kirk y han tenido que retractarse:
domingo, mayo 16, 2021
Cómo voté en las pasadas elecciones
El 4 de Mayo es el día de Star Wars, pero en Madrid también hubo elecciones al gobierno de la Comunidad.
Alguna vez que otra (aquí y aquí, seguramente alguna más que se me haya escapado) ya he hablado sobre que la democracia tal y como la experimentamos en la mayoría de los países tiene poco de democrática; y también he expresado mi tremendo malestar con todos los políticos.
Eso me llevó a practicar el abstencionismo activo durante los últimos 15 años (así a ojo), como forma de expresar mi disconformidad con el sistema, pero estas últimas elecciones eran bastante significativas por la jarana que se estaba montando, así que decidí hacer una excepción. Pero ¿cómo votar sin luego sentirme sucio?
Si algo tenía claro es que el extremismo ya la polarización del panorama político últimamente están haciendo más daño que el bipartidismo de toda la vida, así que ideé el siguiente esquema: escogí las papeletas de PSOE, PP, Ciudadanos y Más Madrid, como representantes de la izquierda/derecha más o menos moderada y las metí en sobres. Mi hermano me insistió en que por lo que más quisiera no le diese mi voto a Ayuso, que prefería que votase a VOX antes que al PP; así que permuté esas papeletas muy a mi pesar por no darle un disgusto. Añadí un papelote que ponía en letras rojas bien grandes "NO HAY DEMOCRACIA" a otro sobre (no me gusta malgastar un buen chorizo en estas cosas) y me dirigí al colegio electoral.
Después de esperar una bonita cola en La Fiesta de la Democracia (que cayó en martes), me encontraba delante de la urna. Barajé los sobres, escogí uno al azar y lo metí en la urna. Acto seguido tiré los demás a la papelera y me fui de allí sin volver la vista atrás.
Así que voté, pero sólo sé con un 20% de certidumbre a quién (o si fue nulo). Creo que por el momento sigo con la conciencia tranquila. En las próximas elecciones quizá pruebe con alternativas más exóticas, se admiten sugerencias.
lunes, mayo 10, 2021
Mindfulness y minimalismo
I
Creo que no sería ninguna sorpresa si os digo que normalmente tengo problemas para concentrarme, que seguramente padezca de déficit de atención e hiperactividad aunque nunca me lo hayan diagnosticado (porque en mi generación no hacía falta recurrir al especialista para estas cosas, el tratamiento eran dos buenas hostias - que siendo sinceros sí que surtían efecto durante un rato más o menos largo).
Hace unos 6 años estaba en Las Vegas con mi buen amigo Sherwin, que es mi mejor mala influencia. Después de una racha bastante intensa de alcohol y blackjack, me estaba entrando el asobine. así que anuncié mi disposición de irme al sobre. Como buen diablillo de los que aparecen en el hombro ante una decisión, mi colega intentó disuadirme y me ofreció una pirula maravillosa: Adderall, el medicamento que hace funcionar Silicon Valley.
Para aquellos que no estéis familiarizados, Adderall es un medicamento para tratar el ADHD (Attention Deficit Hyperactivity Disorder) y en EEUU lo recetan como si fuesen Pastillas Juanola. El principio activo es similar a las anfetas o la farlopa, pero si se lo dan a los niños pensé que tampoco podía ser tan malo, así que partí la rula por la mitad y me la tomé con un mojito.
Hizo efecto bastante rápido y recuerdo ser invadido por una sensación de serenidad absoluta. Me sentía completamente anclado al presente. Mi mente normalmente siempre está divagando entre el pasado (arrepentimientos, frustraciones) y el futuro (incertidumbres, dudas), dejando las migajas de atención que quedan para tratar con lo que sea inmediatamente actual. De repente sentí que todo esa capacidad para concentrarme estaba disponible para la tarea que me tenía ocupado, que era emborracharme y perder dinero al blackjack, cosa que hice muy eficientemente hasta las 6 de la mañana.
En aquel viaje palmé unos 600$ en los casinos, pero me gusta pensar que fue una inversión en auto-descubrimiento y en hacer bonding con Sherwin.
Durante los meses siguientes fui capaz de evocar aquel estado de concentración sobrehumana en cierta medida, sin necesidad de tomar ninguna sustancia. Es difícil de explicar, pero creo que lo más parecido sería recordar una canción en tu cabeza; no necesitas estar escuchándola pero de algún modo puedes oírla y sentir algo muy similar... Pero con el tiempo se va olvidando y acabé perdiendo esa capacidad.
II
Tres años después me encontraba viajando de mochilero por Tailandia. Ya llevaba mucho trote a mis espaldas y el agotamiento acumulado me estaba pasando factura, así que decidí tomármelo con calma en Chiang Mai. Encontré un albergue barato y me apalanqué allí durante casi un mes, mi rutina era comer pad thai, pasear, hacer fotos y leer ebooks que tenía acumulados en el tablet.
Uno de esos ebooks iba sobre mindfulness. Nunca he sido especialmente dado a la espiritualidad, meditación, yoga, ni cosas hippies por el estilo, pero visitando tanto templo budista a uno le acaba picando al curiosidad y decidí que podía darle una oportunidad a la versión más "científica" del asunto.
Así que durante casi un mes, durante los ratos muertos en mi catre me ponía a leer y practicar los ejercicios. Poco a poco empecé a recordar y evocar de nuevo aquella sensación que experimenté por primera vez Las Vegas bajo la influencia del Adderall.
Siguiendo la metáfora que hice en el apartado anterior, si el Aderall era como escuchar una canción y luego ser capaz de recordarla durante un tiempo, con el mindfulness estaba aprendiendo a tocar mi propia música.
Pero al igual que tocar un instrumento musical, es algo que requiere práctica y constancia. Cuando dejé de hacerlo habitualmente, volví a perder la capacidad de estar en ese estado de serenidad y presencia en el momento.
III
Pasa el tiempo y nos encontramos con una pandemia bastante maja. Para algunos es el fin del mundo (montones de gilipollas diciendo que les han robado la juventud... Que sólo tenéis que quedaros en vuestra puta casa, a una trinchera os mandaba yo, hijos de puta); y para otros es una oportunidad de reinventarse, de recuperar cosas que habíamos olvidado, de simplificar.
Yo en concreto aproveché para hacer algunas cosillas que tenía pendientes, como programar un juego o aprender (más o menos) a hacer modelado y animación 3D, leer algún libro que me recomendó mi padre hace más de 20 años, intentar ponerme otra vez en forma y sobre todo hacer limpieza.
Cuando estuve viajando por el mundo llegué a acarrear una mochila de más de 15 Kg en un momento dado, lo cuál era un inconveniente enorme no sólo por el peso, sino por la complicación de que cuando la deshaces tienes que hacer malabarismos para volver a meterlo todo, de intentar disimularla como equipaje de mano y rezar para que no te la pesen, de tener que andar sacando todo para encontrar algo que tienes en el fondo...
Al decidir que el viaje estaba llegando a su fin, empecé a soltar lastre. Primero fueron unos pantalones que quedaron teñidos de rojo sangre por culpa de las sanguijuelas. Después el kit de snorkeling, que dejé en un albergue en Bangkok. Después unas zapatillas que ya habían dado todo de sí... Es una lástima que sólo al final me diese cuenta de que de todo lo que había en mi mochila, era precisamente el espacio vacío lo que más feliz me hacía.
Las cosas materiales que llevamos con nosotros no sólo ocupan un espacio físico, también ocupan espacio en nuestra mente. Tener muchas cosas nos obliga a tener ciertas responsabilidades hacia ellas; buscarles un sitio y recordar cuál es (o desesperarnos al no encontrarlas), mantenerlas en buen estado, escoger entre varias de ellas que cumplen una función similar (fatiga de decisión), nos distraen cuando se cruzan en nuestro día a día...
Desde entonces me he deshecho de lo siguiente:
- 5 monitores
- 3 tablets Android
- 4 ordenadores portátiles
- 2 ordenadores de sobremesa
- 2 cámaras de fotos digitales
- 2 cámaras de fotos de película
- 12 objetivos fotográficos
- 5 teléfonos móviles
- 1 cámara de vídeo Betamax
- 1 proyector de 8mm
- 2 mochilas para equipo fotográfico
- 1 PSP y 22 juegos
- 1 teclado Yamaha
- ... y mucha más mierda
Algo parecido me ha pasado con los cuadernos de notas. Tenerlos a mano es una tentación constante para hojearlos. No sé cuántas veces he podido releer viejas anotaciones sobre tareas que ya he completado y ya no sirven para nada, simplemente porque estaban encima de la mesa.
Por el momento no he echado nada de menos. Es importante recordarse eso, porque muchas veces tenemos miedo a dejar marchar las cosas, pensando que en algún momento podremos volver a necesitarlas, pero normalmente no es el caso.
No puedo garantizar que nada de lo que os he contado aquí os vaya a funcionar a vosotros, ni siquiera estoy seguro de si me funciona a mí; pero espero que al menos os animéis a experimentar, ahora que tenemos tiempo.
viernes, abril 30, 2021
Perfiles Covid-19 (Vol III): artistas
Estaba pensando en empezar con Miguel Bosé, pero me siento abrumado. Uno no sabe si sentir odio o lástima hacia este muñeco roto. Lo mejor que le podía haber ocurrido es pasar a la historia como Jim Morrison o Sid Vicious.
Así que vamos a entrar en faena con Love of Lesbian. Hace poco dieron un concierto que se catalogó como "experimento", donde juntaron a 5000 retrasados con mascarillas, pero sin respetar el distanciamiento social. El titular de la noticia dice El concierto de Love of Lesbian indica que los actos masivos pueden ser seguros.
Esa es la conclusión que sacan. Tócate los cojones. En lugar de "los cribados masivos funcionan para saber si la gente es contagiosa" te dicen que los actos masivos pueden ser seguros. Porque creo que todos sabíamos ya que el virus no se manifiesta ex-nihilo entre gente que no está infectada.
Es como si haces pruebas de enfermedades venéreas a 100 personas, dan todos negativo, les metes en una orgía follando todos con todos a pelo y luego dices que nadie se ha contagiado, que el sexo sin protección es seguro.
Han creado una falsa sensación de seguridad con el único fin de promover una actividad económica, que en tiempos de pandemia cuesta vidas.
La realidad es que a efectos prácticos es imposible saber en todo momento si la gente está infectada o no. En una situación excepcional puedes hacer pruebas a 5000 personas, pero eso es insostenible. Lo más efectivo sigue siendo errar en el lado de la precaución y asumir que cualquiera puede estar contagiado.
A los artistas les importa una mierda tu salud, sólo quieren tu dinero.
miércoles, marzo 10, 2021
En contra del foto-realismo en los juegos
¿Cuánta fidelidad gráfica es necesaria en los juegos?
A la vista de cómo ha evolucionado la industria, parece ser que es obvio que nunca es suficiente, puesto que año tras año aparecen títulos que nos dejan la boca abierta con gráficos que parecen cada vez más realistas.
Recuerdo que cuando jugaba a la Atari 2600, aquellos pistoleros hechos con unos 10x10 pixels (así a ojo) me parecían una representación perfectamente válida de la realidad.
Después llegó el PC a casa y con él el Wolfenstein 3D... ¡Eso sí que era inmersión!
sábado, agosto 01, 2020
Perfiles Covid-19 (Vol II): conspiranoicos y acólitos de Fernando Simón
Los conspiranoicos
El sars-cov-2 ha sido creado mediante ingeniería genética
El 5G causa el covid-19
China estaba ocultando el covid-19
El covid-19 lleva entre nosotros desde el verano de 2019
Los acólitos de Fernando Simón
El Capitán a Posteriori
El Gran Héroe Africano
El Tipo Tranquilo
El Preparao
El Impotente
miércoles, julio 22, 2020
Perfiles Covid-19 (Vol I): negacionistas y antimascarillas
Los negacionistas
Los antimascarillas
Ediciones El Salmón nace a contracorriente de los relatos oficiales sobre el progreso y el desarrollo tecnológico, y ofrece ensayos críticos sobre el papel de la tecnología en la sociedad, las repercusiones de la cultura industrial tanto en los seres humanos como en la biosfera, así como obras que denuncian cualquier tipo de autoritarismo que se presente como una solución a la crisis permanente que supone el modo de vida capitalista.En nuestra revista Cul de Sac hemos abordado de forma monográfica diferentes cuestiones: la idea de Porgreso, la crítica de internet y las nuevas tecnologías, el cuestionamiento de la Posmodernidad, la relación entre campo y ciudad, y la historia de los antimodernos italianos.Si tienes algún comentario, pregunta o improperio que dirigirnos, escríbenos a contacto@edicioneselsalmon.com. Para prensa, escribir a prensa@edicioneselsalmon.com
Son muchos los estudios que muestran que las mascarillas no sirven para impedir el contagio de enfermedades respiratorias del tipo del virus corona.* La propia OMS reconoce que «no hay suficientes pruebas a favor o en contra del uso de mascarillas (médicas o de otro tipo) por personas sanas».** ¿Qué sentido tiene entonces imponer su uso por ley, y encima a enfermos y sanos por igual?
Por otra parte, se nos ha obligado a usar mascarilla justo cuando lo peor de la epidemia ha pasado. Los hospitales ya no están saturados. Y no tiene sentido querer frenar a cualquier precio una enfermedad que, al menos en este momento, sólo resulta peligrosa en una parte muy pequeña de los casos. Siempre ha habido enfermedades de transmisión similar y nunca se nos ha obligado a llevar mascarilla. Ahora mismo hay menos peligro que en plena temporada de gripe en otros años.
Pero no es sólo que haya muchas dudas, y muy razonables, sobre la capacidad de la mascarilla para evitar contagios. Es que además puede ser perjudicial para la salud. Cualquiera sabe que llevar mascarilla es un incordio y una guarrería que no puede sentar bien a nadie. Pero si alguien necesita que se lo confirme la ciencia, que sepa que no faltan científicos que avisan de que el vapor que exhalamos y se va acumulando en la mascarilla es un caldo de cultivo perfecto para virus, bacterias, hongos y parásitos presentes en el aire, y de que las mascarillas impiden que eliminemos correctamente el anhídrido carbónico que exhalamos, haciendo que ese desecho nocivo vuelva a entrar en la sangre a través de los pulmones, de modo que, en lugar de nutrir las células con el oxígeno que necesitan, se les devuelve una sustancia tóxica, lo que puede hacer enfermar de maneras mucho más graves que las que se pretenden impedir con la mascarilla.*** ¿Cómo puede ser que en nombre de la salud se nos impida respirar bien?
Utilizar correctamente una mascarilla exige el cumplimiento constante de una serie de instrucciones bastante engorrosas (cambiarla cada cuatro horas, lavarse las manos antes y después de tocarla, etc.) que nadie o casi nadie observa. Cada cual lleva la mascarilla como buenamente puede. O sea, mal. Y no pasa nada, porque lo único que está mandado es que la lleve. Esta imposibilidad de usar correctamente la mascarilla, y la palmaria indiferencia de las autoridades al respecto, demuestra que la función de la mascarilla no es sanitaria, sino político-religiosa: no se trata de recomendaciones más o menos razonables, sino de una imposición legal, de un acto de fuerza; no se trata de mirar por la salud, sino de que se cumpla el ritual de adhesión y de obediencia, que es la manera única y obligatoria de conjurar la amenaza abstracta y de evitar el castigo concreto.
Pero cualquiera se da cuenta de que el efecto principal que tiene esta imposición legal y este ritual supersticioso es el de separar (en el doble sentido de aislar y clasificar) a la gente: la mascarilla hace que sea muy difícil hablar, oculta la mitad de la cara o más y alimenta así la idea de que somos peligrosos los unos para los otros, dejando señalado como «egoísta» (y quién sabe qué más) a quien no se somete, de forma que los obedientes puedan volverse contra él. La agresividad, los malos modos y la intimidación contra quienes se resisten más o menos a llevar la mascarilla, y el desprecio absoluto por las razones que puedan asistirles, están ya a la orden del día.