Seguro que ya estáis pensando que este post lo estoy escribiendo antes de terminarme una pajilla... pues no, es que estoy a punto de empezar una carrerita de 10 Km de nada.
Hasta ahora, sólo he entrenado recorridos de 5 Km como mucho, acabando a duras penas y con la lengua fuera, además de que hace dos semanas que no salgo a correr (puñetera semana santa)... así que ante este evento sólo se puede hacer una cosa: echarle huevos.
Encima creo que he desayunado demasiado tarde y me está repitiendo... voy a ver si consigo plantar un pino antes para aligerar un poquito.
Ya os contaré en un rato...
Actualización post-coitum
Hale, ya estoy aquí, al final he conseguido terminar, con dosis extra de huevos... el tiempo no ha sido para tirar cohetes (1h4m, los segundos ni los he mirado), pero lo importante es la superación personal.
El comienzo de la carrera ha sido un tanto caótico, con mucha gente por todas partes y teniendo cuidad en no pisarnos... salí junto a Chechu y PD. A Chechu perdimos de vista nada más empezar y yo aguanté al rebufo de PD hasta el primer kilómetro más o menos.
A partir de ahí, comenzó mi particular vía crucis.
Seguir el ritmo de PD durante los mil primeros metros no fue difícil, pero me pasó factura, él está mucho más entrenado que yo (ha terminado en 48min. me acaba de decir por teléfono) y puso un ritmo que sencillamente yo no podía seguir, así que le dejé marchar con resignación.
Mientras tanto, veía que el pelotón en el que me encontraba al salir empezaba a dispersarse a mi alrededor y yo me iba quedando solo. No paraba de adelantarme gente.
Eso es lo que estaba repitiéndose en mi cabeza constantemente "no dejan de adelantarme, no dejan de adelantarme, no dejan de adelantarme..." así durante un par de kilometrillos más.
En el kilómetro 3, cambié mi mantra por algo un poco más motivador "no compites contra la gente, compites contra ti mismo, no compites contra la gente, compites contra ti mismo...". En esos momentos es cuando uno se arrepiente de haberse dejado el reproductor multimedia en el coche.
En el par de kilómetros siguientes, me animó un poco ver a algún señor mayor medio echar la pota (o unas flemas muy espesas) y medio pararse; pensé "venga, coño, que tú todavía no te has retirado"... la sensación fue efímera, se acabó justo cuando el tío se recuperó y me pasó.
Mientras tanto, echaba alguna ojeada hacia atrás y veía que cada vez tenía menos gente tras de mí.
Poco antes del Km 5, PD me saluda, va bajando la calle en sentido contrario (cosas del trazado del circuito), pero no sé cuánto queda hasta el giro, así que desconozco si me saca mucho o poco... intuyo que es bastante.
En el Km 5, hay una banda de música y el avituallamiento... jamás pensé que preferiría el agua a la coca-cola, pero sin duda ese fue el momento en el que podría decirlo, si no fuese porque iba demasiado ahogado para hablar.
Aprovecho la excusa de que me puedo atragantar para pararme a andar por primera vez mientras voy bebiendo de la botellita. Me la termino entera, que está muy feo desperdiciar el agua con la sequía que hay.
A mí lado veo a otro chaval, que parece algo más joven que yo, que también va folladísimo. Le pregunto que qué tal va. Le arden los gemelos, me dice. Le digo que si le apetece que intentemos terminar la carrera juntos; y en esos momentos nadie tiene huevos a negar un poco de apoyo moral y compañía.
Volvemos a echar a correr, mientras vamos girando para bajar la calle... la cuesta abajo se agradece y mucho. Pasamos de nuevo por donde la banda, que oportunamente tocan "when the saints go marching in"... qué apropiado para el desfile de cadáveres marchitos. Al otro lado vemos la cola de la carrera, acuciada por el coche escoba (que realmente es un autocar).
A partir de ahí, vamos intercambiando algunas palabras de vez en cuando para distraernos, es mucho mejor que pensar que vas follado y que estás casi el último. Aprovechamos las cuestas arriba para andar un poquito a paso ligero y así poder bajar dando zancadas más las cuestas abajo.
Los kilómetros 6, 7 y 8 se pasan bastante rápido... a partir de ahí, el chaval empieza a tener que ir tirando de mí... en el 9 nos despedimos, yo ya veo asegurado entrar en el tiempo exigido y quiero reservar unas pocas fuerzas para hacer una entrada un poco digna.
Hay bastantes espectadores en el último tramo, que nos aplauden y nos jalean para que terminemos, lo cuál se agradece una barbaridad.
Por fin entro en el Campus de Getafe, ya sólo hay que doblar un par de recodos y ahí está la meta... veo a unos 5 corredores por delante (y uno de ellos me suena de la carrera, pero no de esta, sino de la otra), pero por mis cojones que voy a hacer una entrada memorable, sí señor, para eso he estado andando durante los 100 metros anteriores.
Esprinto con todas mis fuerzas, exprimiendo al máximo cada molécula de adenosintrifosfato que pueda quedar en mis músculos. Me encanta la sensación, parece que vuelo (sobre todo si lo comparo con los agónicos últimos kilómetros en los que me iba arrastrando). Me los paso por la piedra a todos. Fácilmente.
Total, que paso por meta, me quito el chip de la zapatilla y recojo mi bolsa, que abro ávidamente y me bebo el medio litro de agua, la lata de aquarious, me como la chocolatina y después me bebo la coca-cola.
Bueno, pues ya tengo el punto 2.1 de mi lista de propósitos para este año cumplido :-) El 2.2 caerá seguramente este verano; y el 2 al completo no sé, no sé, todavía sigo en los 86 Kg.
A diario ocurren muchas gilipolleces graciosas que contarle a los colegas. A veces simplemente uno tiene ganas de pegar un par de gritos porque está harto de todo. En ocasiones sólo se busca provocar. Para todo eso está este blog.
domingo, marzo 30, 2008
martes, marzo 25, 2008
Estoy hecho un golferas
Aquí está la explicación de por qué me he fumado el deadline xD
Hay que ver, primero lo de Ginebra y ahora en Semana Santa tampoco he parado... el martes pasado me llamó Nacho diciéndome que si me apetecía ir a Torrevieja a casa del toaD, para salir cagando leches y volvernos el jueves... le digo que sí, que me pase a buscar en media hora.
Aparte de pegarnos un chapuzón y caernos un chaparrón (fijáos qué bien rima, eh?), lo más gracioso que hicimos fue intentar jugar a un juego de pseudo-rol cuyas reglas estaban más indefinidas que las del Munchkin, jugar un futbito-playa en el que si quedó alguna espinilla sin patear fue por pura casualidad y sobre todo, el viaje de vuelta, que ahora paso a comentar.
Nacho iba conduciendo sin hacer demasiado el mascachapas (a 140km/h más o menos), cuando de repente nos adelantan unas tías que se nos quedan mirando... me dice "coño, ¿has visto a esas?". Yo evidentemente ni me había fijado, porque suelo tener cosas mejores que hacer que observar a los que nos adelantan (como hacer sudokus en la pda), pero me pongo atento para no perder detalle de lo que acontece en la lijada que les devuelve Nacho.
Ahora ha ido más allá, la copiloto nos saluda con la mano. Yo le devuelvo el saludo y nos empezamos a partir de risa... nos ponemos las gafas de sol parpa mascachapear más. Un par de adelantamientos recíprocos después ya pensamos en que hay que tirar un órdago. La que conduce parece algo mayor que la otra, a lo mejor es la madre y todo, pero eso no nos amedrenta, así que cojo un folio, un rotulador y escribo el número de Nacho. En la siguiente pasada se lo pongo en la ventana para que lo vean. Despolle colectivo.
Nos adelantan y nos ponen otro cartel, que pone algo así como "GASOLINA". Se desvían en el siguiente área de servicio y las seguimos. Yo voy a echar una meada, que la voy necesitando, mientras dejo de la forma más ruin posible que Nacho haga las presentaciones... cuando salgo del baño subiéndome la cremallera me meto en la conversación de buen rollo con un "cómo os lo pasáis, eh?". Total, que al final eran madre e hija y la madre es una cachonda del 15, que hace estas cosas para que los viajes se le hagan más amenos.
En una estrategia sublime por parte de un tío que está desesperado y su colega que da cobertura (adivinad quién es cada uno), conseguimos el teléfono de la chica y una medio-quedada para por la noche en Madrid. Durante el camino un par de sms avisando de los radares que vemos (ya que vamos por delante, como buenos caballeros) y de paso preguntamos cómo se llamaba, que somos así de guays y antes nos lo habíamos fumado.
El viernes me piro al pueblo, a fliparlo un poco con las fiestas (a las que hace unos cuantos años que no voy)... ahí no hay mucho que contar, aparte de que he sacado unas fotos de la rehostia de los caballos corriendo con mi vieja cámara. Digo lo de vieja, porque me he comprado en el ebay una Samsung GX-10 (es la hermana gemela de la Pentax K10D), así que ahora voy a desprender intimismo fotográfico por todos los poros de mi cuerpo. A ver cuándo me llega a casa...
Os dejo una foto de las fiestas de mi pueblo para que veáis que realmente estoy hecho un Robert Capa (pero sin Leica):
Hay que ver, primero lo de Ginebra y ahora en Semana Santa tampoco he parado... el martes pasado me llamó Nacho diciéndome que si me apetecía ir a Torrevieja a casa del toaD, para salir cagando leches y volvernos el jueves... le digo que sí, que me pase a buscar en media hora.
Aparte de pegarnos un chapuzón y caernos un chaparrón (fijáos qué bien rima, eh?), lo más gracioso que hicimos fue intentar jugar a un juego de pseudo-rol cuyas reglas estaban más indefinidas que las del Munchkin, jugar un futbito-playa en el que si quedó alguna espinilla sin patear fue por pura casualidad y sobre todo, el viaje de vuelta, que ahora paso a comentar.
Nacho iba conduciendo sin hacer demasiado el mascachapas (a 140km/h más o menos), cuando de repente nos adelantan unas tías que se nos quedan mirando... me dice "coño, ¿has visto a esas?". Yo evidentemente ni me había fijado, porque suelo tener cosas mejores que hacer que observar a los que nos adelantan (como hacer sudokus en la pda), pero me pongo atento para no perder detalle de lo que acontece en la lijada que les devuelve Nacho.
Ahora ha ido más allá, la copiloto nos saluda con la mano. Yo le devuelvo el saludo y nos empezamos a partir de risa... nos ponemos las gafas de sol parpa mascachapear más. Un par de adelantamientos recíprocos después ya pensamos en que hay que tirar un órdago. La que conduce parece algo mayor que la otra, a lo mejor es la madre y todo, pero eso no nos amedrenta, así que cojo un folio, un rotulador y escribo el número de Nacho. En la siguiente pasada se lo pongo en la ventana para que lo vean. Despolle colectivo.
Nos adelantan y nos ponen otro cartel, que pone algo así como "GASOLINA". Se desvían en el siguiente área de servicio y las seguimos. Yo voy a echar una meada, que la voy necesitando, mientras dejo de la forma más ruin posible que Nacho haga las presentaciones... cuando salgo del baño subiéndome la cremallera me meto en la conversación de buen rollo con un "cómo os lo pasáis, eh?". Total, que al final eran madre e hija y la madre es una cachonda del 15, que hace estas cosas para que los viajes se le hagan más amenos.
En una estrategia sublime por parte de un tío que está desesperado y su colega que da cobertura (adivinad quién es cada uno), conseguimos el teléfono de la chica y una medio-quedada para por la noche en Madrid. Durante el camino un par de sms avisando de los radares que vemos (ya que vamos por delante, como buenos caballeros) y de paso preguntamos cómo se llamaba, que somos así de guays y antes nos lo habíamos fumado.
El viernes me piro al pueblo, a fliparlo un poco con las fiestas (a las que hace unos cuantos años que no voy)... ahí no hay mucho que contar, aparte de que he sacado unas fotos de la rehostia de los caballos corriendo con mi vieja cámara. Digo lo de vieja, porque me he comprado en el ebay una Samsung GX-10 (es la hermana gemela de la Pentax K10D), así que ahora voy a desprender intimismo fotográfico por todos los poros de mi cuerpo. A ver cuándo me llega a casa...
Os dejo una foto de las fiestas de mi pueblo para que veáis que realmente estoy hecho un Robert Capa (pero sin Leica):
viernes, marzo 14, 2008
Geneva Supertrip
Somos la hostia.
Acabo de despertarme después de uno de los viajes más locos que he hecho en mi vida. Todavía me tiemblan las piernas (del cansancio, es que hemos andado bastante). No sé muy bien por dónde empezar, es difícil organizar los pensamientos después de 24h tan caóticas.
Me despierto a las 6:00 en casa de de mi abuela, he quedado con mi colega Juanjo en el metro a las 7:00. Me preparo con bastante prisa y estoy allí a las 6:40. Juanjo aparece en el convoy de las 7:15... no es especialmente grave, tenemos que coger el avión a las 8:40 como muy tarde, todavía tenemos margen.
Vamos bastante entusiasmados, charlando sobre lo que vamos a hacer durante las próximas horas en Ginebra, cuando algo nos llama la atención... vamos por Plaza de Castilla, deberíamos habernos bajado para hacer transbordo en Nuevos Ministerios, 3 paradas antes. La hostia puta. Salimos corriendo y cogemos el siguiente metro en el sentido contrario. El margen acaba de salir volando, esperemos que nuestro avión no haga lo propio sin nosotros.
El transbordo a la línea 8 lo hacemos bastante in-extremis, pero esas "paradinhas" del metro no hacen más que aumentar nuestro nerviosismo... llegamos a Barajas a las 8:10, todavía nos queda llegar a la T1 y buscar la puerta de embarque de nuestro vuelo, por lo menos no tenemos que facturar nada, vamos con lo puesto y unas mochilas con unos cuantos bocadillos, lo cuál es bastante adecuado para echar a correr por las cintas transportadoras, así que aprovechamos.
Llegamos a la terminal exhaustos, y yo al menos ya estoy empapado en sudor. Una putada, teniendo en cuenta que me esperan bastantes horas por delante hasta encontrarme de nuevo con la ducha, pero bueno, estos chicos son tipos duros y no creo que les importe demasiado el olor a chotuno.
Nos encontramos con el resto de colegas de Juanjo, que ya nos están esperando por allí. Hacemos las presentaciones de rigor, que cuando se trata de tanta gente (eran siete) tampoco es que sirvan para mucho, es imposible acordarse de todos los nombres del tirón.
Podemos llegar al avión justo cuando abren las puertas para que vayamos embarcando.
El siguiente par de horas me los paso hablando sin parar, bastante alto por cierto, debido a que se me taponaron los oidos con el cambio de presión y no controlaba bien el volumen. Una señora que iba delante me echó la bronca un par de veces... ¡coño, ya habría tiempo para ser amonestado por montar barullo cuando llegásemos a Suiza!
Como estaba previsto, en Ginebra está lloviendo a cántaros. Nos reciben unos amigos de Diego (uno de los compañeros de Juanjo), que viven allí... nos separamos y quedamos en reencontrarnos en un rato en el salón del automóvil.
Por suerte el recinto ferial está cerca del aeropuerto y no nos mojamos demasiado. A medio camino, los reventas nos ofrecen entradas, que después del regateo bajan de los 14 francos de la puerta a 10 francos. Yo ya llevaba mi entrada comprada desde Madrid, así que no tenía que arriesgarme a que fuese un tongazo.
En el salón del automóvil, pues vimos lo típico, coches, coches y más coches. También azafatas. De hecho, prestad atención a lo que viene ahora, porque es bastante sorprendente. En la exposición de Mercedes-Benz, nos da por preguntar por los nuevos modelos ecológicos y la chica que nos explica el sistema nos dice que puede intentar contárnoslo en español, que está de erasmus en Madrid. Y ahí cayó la bomba.
Intercambio de móviles, de correo electrónico, de facebook, que vamos a quedar en Madrid para salir de fiesta, etc. Y no hizo falta esperar a Madrid, porque nos invitaron a una fiesta privada de Mercedes después del cierre del salón del automóvil. Sí, como lo leéis.
Total, que el salón muy bien, nos subimos a un montón de coches que no podremos comprar en nuestra puta vida (Lexus, Infiniti, Cadillac, etc.) y también a otros más cutres, por vacilar un poco (Dacias, Chevrolets, etc.). Hubo algún momento de tensión cuando un comercial nos estaba explicando las características del motor del Mazda 3 MPS (S4 2.0L y 265cv) y se animaron unos espontáneos rebatir sobre si era inyección directa o no... su mayor argumento era que trabajaban en Mazda (a lo mejor limpiando suelos, yo qué sé), pero mis colegas que son ingenieros mecánicos no se arredraron y se pusieron ahí a discutir todos (en español, por cierto).
La verdad es que hay un huevo de gente que habla español en Ginebra. La mujer que nos atendió en la taquilla era hija de españoles (de Zamora), luego había otra azafata de Dacia que había estudiado en Sudamérica, luego los espontáneos, que uno era sudamericano y otro creo que era gallego, las chicas de Mercedes...
Otra anecdotilla por ahí fue cuando Juanjo preguntó si se podía probar algún coche, que la gente se lo tomaba de forma extraña... todos nos decían que fuésemos a un concesionaro. Estos no saben lo que es el sentido del espectáculo, el año pasado en el salón del automóvil de Madrid estos pudieron probar un Mazda RX-8 y estaba claro que no se lo iban a comprar, es cuestión de ofrecer atracciones para que la gente se lo pase bien.
Despué sde cansarnos de ver coches (sí, realmente uno se puede llegar a cansar), fuimos a la estación de tren para buscar unas taquillas para dejar las mochilas y un medio para llegar al centro de la ciudad. Las taquillas costaban 7 francos (que no devolvían), pero al menos eran enormes y podíamos meter todo en una sola. Por desgracia, Javi se dejó la invitación dentro y tuvimos que abrirla y pagar otros 7 francos.
Después de no conseguir encontrar en la expendedora automática de billetes la forma de llegar a Cornavin, nos fuimos a la parada del autobús y una chica muy amable (que era azafata de Subaru) nos indicó cuál podíamos coger.
Al final el autobús nos dejó más cerca de lo que pensábamos del sitio donde estaba la discoteca de la fiesta, así que nos dimos una vuelta por un parque y aprovechamos para cenarnos unos bocadillos. El parque era muy curioso, tenía tableros de ajedrez gigantes y lo más curioso es que todas las piezas estaban allí, a pesar de que eran bastante ligeras. Eso en España sería impensable, no durarían más de 3 minutos sin vigilancia. Eso me recuerda otra cosa curiosa, que es la relativa escasez de papeleras para lo limpio que está todo. Debe ser que la gente valora más las cosas que se consiguen con esfuerzo y por eso se lo curran para no tirar nada al suelo.
Después de dar algunas vueltas, tirando de GPS, de preguntar a la gente y empaparnos con la que estaba cayendo, conseguimos llegar a la discoteca. En ese momento, me acordé de la película de Blade. Aquello era demasiado bueno, seguro que luego el garito estaría lleno de vampiros que se lanzarían sobre nosotros en cuanto empezase a llover sangre de los extintores.
Entramos y nos encontramos con un panorama un poco chungo, no nos dejan pasar a la sala que tiene ambiente y nos vamos a otra que está bastante vacía... preguntamos que si es que somos negros o qué (el segurata era negro) y es que por lo visto hacía falta una invitación especial para entrar en la sala donde había un convite con barra libre y todo eso. Por suerte aparecieron nuestras nuevas amigas que se encargaron de suministrarnos unas cuantas cervezas, kir y pelotazos por la cara.
Lo que pude ver durante el resto de la noche fue bastante impresionante... las suizas han descubierto el perreo, pero los DJs no les ponen reggetón, así que se restriegan con cualquier música que suene (house, dance, etc.). Además las que más se rebozan son las que tienen el ritmo en el culo. La otra cosa curiosa es que bailan rozando la obscenidad, pero no se llegan a enrollar. Todavía estamos intentando descifrar esas extrañas conductas... a lo mejor es que los tíos saben que tienen polvo seguro y pasan de perder el tiempo con preliminares. De todos modos, yo creo que la mayoría de los que estaban allí se iban a tener que quitar los calzoncillos con agua caliente y espátula.
Algunos estuvieron mareando un poco la perdiz, pero tampoco con mucho ahínco, porque como dijo Abraham, como mucho te lías con una y luego te haces una garruchita en el avión. La otra opción sería que una te llevase a su casa, que te la tirases, que te pegases una ducha (a mí ya me hacía mucha falta), durmieses un rato y que luego te llevase al aeropuerto. Pero eso sí que sería ya ciencia-ficcion.
Así que nos tiramos gran parte de la noche bailando, y una de las cosas buenas que tiene salir de fiesta a las 22:00 es que cuando estás cansado sólo es la 1:00, así que puedes pillar el metro para volver a casa. Pero claro, el problema era que no teníamos casa, así que hicimos un esfuerzo y aguantamos hasta las 2:00.
En ese rato, tuvimos un pequeño incidente con una zorra esquizofrénica, que por lo visto se rozó con uno de nosotros y puso una mirada borde asesina... yo le hice un gesto con la mano de que se calmase, que no pasa nada y ahí se quedó la cosa, hasta que un rato después se acerca a Javi (que había estado más alejado de ella y ni la había visto), hace como que se saca algo del bolsillo y le hace un corte de mangas. La zorrilla se vuelve con sus amigas y su maromo, que se están despollando. Javi, que lo está flipando en colores, se le acerca y le empieza a preguntar "¿A qué viene eso? ¿A qué viene eso?" (en español). La guarra no le entiende (es la única gilipollas de la discoteca que no sabe hablar español, seguro que nos tenía envidia) y ya me acerco yo a llevarme a Javi mientras le digo "ni puto caso, tío, esta es subnormal".
Una situación así en España hubiese terminado irremediablemente en hostias, para el gilipollas del novio por reirse, básicamente. Pero claro, en Suiza tienes las de perder si te metes en movidas, así que pasando como de la mierda. Lo gracioso es que unos pijos mariquitas chocolateros tengan los santos cojones de meterse con gente que, a poco chunga que sea, ya les triplica en malotería.
Después de todo, a las dos ya estábamos para el arrastre, así que decidimos ir encaminándonos para el aeropuerto a descansar un rato antes de coger el avión... Nadine (bendita sea ella) nos pide un taxi con capacidad para 6 pasajeros para que nos lleve al aeropuerto, cuando llega (cagando leches, por cierto), el peseto nos indica que el aeropuerto está chapado y no lo abren hasta las 4:30... la madre que los parió a los Suizos. Total, que como no teníamos otra cosa que hacer, nos vamos a pasar el rato allí.
En el aeropuerto el panorama es bastante desolador. Nos damos una vuelta para buscar la taquilla con nuestras cosas y después nos ponemos a buscar algún sitio para apalancarnos al más puro estilo mendigo y echar una cabezada.
Pensamos que unas escaleras estaban bastante bien resguardadas, pero el viento gélido soplaba de abajo arriba y daba un poco de yuyu... nos agrupamos como hacen las ovejas para aguantar el frío, pero ni con esas. Al final nos metemos en el ascensor que baja al parking, con la esperanza de que no venga ningún segurata a echarnos.
Tirados en el ascensor se nos pasan un par de horas, tras las cuales nos asomamos y vemos que ya hay luz en la terminal del aeropuerto, así que nos encaminamos hacia allí. Un olorcillo a pastelería recién hecha inunda el ambiente, pero en esos momentos el sueño es una sensación más primaria que el hambre y lo ignoramos completamente.
Nuestro vuelo de vuelta sale a las 6:25, así que nos apalancamos en unas butacas que no eran mucho más cómodas que nuestro ascensor.
Después ya no recuerdo mucho, sólo que me metí en el avión y que me desperté aterrizando en Madrid, con las piernas y los pies destrozados; que no sé ni cómo se apañaron para llevarme hasta mi casa. Por fin me pude duchar y me eché a dormir como un tronco.
Acabo de despertarme después de uno de los viajes más locos que he hecho en mi vida. Todavía me tiemblan las piernas (del cansancio, es que hemos andado bastante). No sé muy bien por dónde empezar, es difícil organizar los pensamientos después de 24h tan caóticas.
Me despierto a las 6:00 en casa de de mi abuela, he quedado con mi colega Juanjo en el metro a las 7:00. Me preparo con bastante prisa y estoy allí a las 6:40. Juanjo aparece en el convoy de las 7:15... no es especialmente grave, tenemos que coger el avión a las 8:40 como muy tarde, todavía tenemos margen.
Vamos bastante entusiasmados, charlando sobre lo que vamos a hacer durante las próximas horas en Ginebra, cuando algo nos llama la atención... vamos por Plaza de Castilla, deberíamos habernos bajado para hacer transbordo en Nuevos Ministerios, 3 paradas antes. La hostia puta. Salimos corriendo y cogemos el siguiente metro en el sentido contrario. El margen acaba de salir volando, esperemos que nuestro avión no haga lo propio sin nosotros.
El transbordo a la línea 8 lo hacemos bastante in-extremis, pero esas "paradinhas" del metro no hacen más que aumentar nuestro nerviosismo... llegamos a Barajas a las 8:10, todavía nos queda llegar a la T1 y buscar la puerta de embarque de nuestro vuelo, por lo menos no tenemos que facturar nada, vamos con lo puesto y unas mochilas con unos cuantos bocadillos, lo cuál es bastante adecuado para echar a correr por las cintas transportadoras, así que aprovechamos.
Llegamos a la terminal exhaustos, y yo al menos ya estoy empapado en sudor. Una putada, teniendo en cuenta que me esperan bastantes horas por delante hasta encontrarme de nuevo con la ducha, pero bueno, estos chicos son tipos duros y no creo que les importe demasiado el olor a chotuno.
Nos encontramos con el resto de colegas de Juanjo, que ya nos están esperando por allí. Hacemos las presentaciones de rigor, que cuando se trata de tanta gente (eran siete) tampoco es que sirvan para mucho, es imposible acordarse de todos los nombres del tirón.
Podemos llegar al avión justo cuando abren las puertas para que vayamos embarcando.
El siguiente par de horas me los paso hablando sin parar, bastante alto por cierto, debido a que se me taponaron los oidos con el cambio de presión y no controlaba bien el volumen. Una señora que iba delante me echó la bronca un par de veces... ¡coño, ya habría tiempo para ser amonestado por montar barullo cuando llegásemos a Suiza!
Como estaba previsto, en Ginebra está lloviendo a cántaros. Nos reciben unos amigos de Diego (uno de los compañeros de Juanjo), que viven allí... nos separamos y quedamos en reencontrarnos en un rato en el salón del automóvil.
Por suerte el recinto ferial está cerca del aeropuerto y no nos mojamos demasiado. A medio camino, los reventas nos ofrecen entradas, que después del regateo bajan de los 14 francos de la puerta a 10 francos. Yo ya llevaba mi entrada comprada desde Madrid, así que no tenía que arriesgarme a que fuese un tongazo.
En el salón del automóvil, pues vimos lo típico, coches, coches y más coches. También azafatas. De hecho, prestad atención a lo que viene ahora, porque es bastante sorprendente. En la exposición de Mercedes-Benz, nos da por preguntar por los nuevos modelos ecológicos y la chica que nos explica el sistema nos dice que puede intentar contárnoslo en español, que está de erasmus en Madrid. Y ahí cayó la bomba.
Intercambio de móviles, de correo electrónico, de facebook, que vamos a quedar en Madrid para salir de fiesta, etc. Y no hizo falta esperar a Madrid, porque nos invitaron a una fiesta privada de Mercedes después del cierre del salón del automóvil. Sí, como lo leéis.
Total, que el salón muy bien, nos subimos a un montón de coches que no podremos comprar en nuestra puta vida (Lexus, Infiniti, Cadillac, etc.) y también a otros más cutres, por vacilar un poco (Dacias, Chevrolets, etc.). Hubo algún momento de tensión cuando un comercial nos estaba explicando las características del motor del Mazda 3 MPS (S4 2.0L y 265cv) y se animaron unos espontáneos rebatir sobre si era inyección directa o no... su mayor argumento era que trabajaban en Mazda (a lo mejor limpiando suelos, yo qué sé), pero mis colegas que son ingenieros mecánicos no se arredraron y se pusieron ahí a discutir todos (en español, por cierto).
La verdad es que hay un huevo de gente que habla español en Ginebra. La mujer que nos atendió en la taquilla era hija de españoles (de Zamora), luego había otra azafata de Dacia que había estudiado en Sudamérica, luego los espontáneos, que uno era sudamericano y otro creo que era gallego, las chicas de Mercedes...
Otra anecdotilla por ahí fue cuando Juanjo preguntó si se podía probar algún coche, que la gente se lo tomaba de forma extraña... todos nos decían que fuésemos a un concesionaro. Estos no saben lo que es el sentido del espectáculo, el año pasado en el salón del automóvil de Madrid estos pudieron probar un Mazda RX-8 y estaba claro que no se lo iban a comprar, es cuestión de ofrecer atracciones para que la gente se lo pase bien.
Despué sde cansarnos de ver coches (sí, realmente uno se puede llegar a cansar), fuimos a la estación de tren para buscar unas taquillas para dejar las mochilas y un medio para llegar al centro de la ciudad. Las taquillas costaban 7 francos (que no devolvían), pero al menos eran enormes y podíamos meter todo en una sola. Por desgracia, Javi se dejó la invitación dentro y tuvimos que abrirla y pagar otros 7 francos.
Después de no conseguir encontrar en la expendedora automática de billetes la forma de llegar a Cornavin, nos fuimos a la parada del autobús y una chica muy amable (que era azafata de Subaru) nos indicó cuál podíamos coger.
Al final el autobús nos dejó más cerca de lo que pensábamos del sitio donde estaba la discoteca de la fiesta, así que nos dimos una vuelta por un parque y aprovechamos para cenarnos unos bocadillos. El parque era muy curioso, tenía tableros de ajedrez gigantes y lo más curioso es que todas las piezas estaban allí, a pesar de que eran bastante ligeras. Eso en España sería impensable, no durarían más de 3 minutos sin vigilancia. Eso me recuerda otra cosa curiosa, que es la relativa escasez de papeleras para lo limpio que está todo. Debe ser que la gente valora más las cosas que se consiguen con esfuerzo y por eso se lo curran para no tirar nada al suelo.
Después de dar algunas vueltas, tirando de GPS, de preguntar a la gente y empaparnos con la que estaba cayendo, conseguimos llegar a la discoteca. En ese momento, me acordé de la película de Blade. Aquello era demasiado bueno, seguro que luego el garito estaría lleno de vampiros que se lanzarían sobre nosotros en cuanto empezase a llover sangre de los extintores.
Entramos y nos encontramos con un panorama un poco chungo, no nos dejan pasar a la sala que tiene ambiente y nos vamos a otra que está bastante vacía... preguntamos que si es que somos negros o qué (el segurata era negro) y es que por lo visto hacía falta una invitación especial para entrar en la sala donde había un convite con barra libre y todo eso. Por suerte aparecieron nuestras nuevas amigas que se encargaron de suministrarnos unas cuantas cervezas, kir y pelotazos por la cara.
Lo que pude ver durante el resto de la noche fue bastante impresionante... las suizas han descubierto el perreo, pero los DJs no les ponen reggetón, así que se restriegan con cualquier música que suene (house, dance, etc.). Además las que más se rebozan son las que tienen el ritmo en el culo. La otra cosa curiosa es que bailan rozando la obscenidad, pero no se llegan a enrollar. Todavía estamos intentando descifrar esas extrañas conductas... a lo mejor es que los tíos saben que tienen polvo seguro y pasan de perder el tiempo con preliminares. De todos modos, yo creo que la mayoría de los que estaban allí se iban a tener que quitar los calzoncillos con agua caliente y espátula.
Algunos estuvieron mareando un poco la perdiz, pero tampoco con mucho ahínco, porque como dijo Abraham, como mucho te lías con una y luego te haces una garruchita en el avión. La otra opción sería que una te llevase a su casa, que te la tirases, que te pegases una ducha (a mí ya me hacía mucha falta), durmieses un rato y que luego te llevase al aeropuerto. Pero eso sí que sería ya ciencia-ficcion.
Así que nos tiramos gran parte de la noche bailando, y una de las cosas buenas que tiene salir de fiesta a las 22:00 es que cuando estás cansado sólo es la 1:00, así que puedes pillar el metro para volver a casa. Pero claro, el problema era que no teníamos casa, así que hicimos un esfuerzo y aguantamos hasta las 2:00.
En ese rato, tuvimos un pequeño incidente con una zorra esquizofrénica, que por lo visto se rozó con uno de nosotros y puso una mirada borde asesina... yo le hice un gesto con la mano de que se calmase, que no pasa nada y ahí se quedó la cosa, hasta que un rato después se acerca a Javi (que había estado más alejado de ella y ni la había visto), hace como que se saca algo del bolsillo y le hace un corte de mangas. La zorrilla se vuelve con sus amigas y su maromo, que se están despollando. Javi, que lo está flipando en colores, se le acerca y le empieza a preguntar "¿A qué viene eso? ¿A qué viene eso?" (en español). La guarra no le entiende (es la única gilipollas de la discoteca que no sabe hablar español, seguro que nos tenía envidia) y ya me acerco yo a llevarme a Javi mientras le digo "ni puto caso, tío, esta es subnormal".
Una situación así en España hubiese terminado irremediablemente en hostias, para el gilipollas del novio por reirse, básicamente. Pero claro, en Suiza tienes las de perder si te metes en movidas, así que pasando como de la mierda. Lo gracioso es que unos pijos mariquitas chocolateros tengan los santos cojones de meterse con gente que, a poco chunga que sea, ya les triplica en malotería.
Después de todo, a las dos ya estábamos para el arrastre, así que decidimos ir encaminándonos para el aeropuerto a descansar un rato antes de coger el avión... Nadine (bendita sea ella) nos pide un taxi con capacidad para 6 pasajeros para que nos lleve al aeropuerto, cuando llega (cagando leches, por cierto), el peseto nos indica que el aeropuerto está chapado y no lo abren hasta las 4:30... la madre que los parió a los Suizos. Total, que como no teníamos otra cosa que hacer, nos vamos a pasar el rato allí.
En el aeropuerto el panorama es bastante desolador. Nos damos una vuelta para buscar la taquilla con nuestras cosas y después nos ponemos a buscar algún sitio para apalancarnos al más puro estilo mendigo y echar una cabezada.
Pensamos que unas escaleras estaban bastante bien resguardadas, pero el viento gélido soplaba de abajo arriba y daba un poco de yuyu... nos agrupamos como hacen las ovejas para aguantar el frío, pero ni con esas. Al final nos metemos en el ascensor que baja al parking, con la esperanza de que no venga ningún segurata a echarnos.
Tirados en el ascensor se nos pasan un par de horas, tras las cuales nos asomamos y vemos que ya hay luz en la terminal del aeropuerto, así que nos encaminamos hacia allí. Un olorcillo a pastelería recién hecha inunda el ambiente, pero en esos momentos el sueño es una sensación más primaria que el hambre y lo ignoramos completamente.
Nuestro vuelo de vuelta sale a las 6:25, así que nos apalancamos en unas butacas que no eran mucho más cómodas que nuestro ascensor.
Después ya no recuerdo mucho, sólo que me metí en el avión y que me desperté aterrizando en Madrid, con las piernas y los pies destrozados; que no sé ni cómo se apañaron para llevarme hasta mi casa. Por fin me pude duchar y me eché a dormir como un tronco.
lunes, marzo 10, 2008
10.169.973(+0.01%) retrasados
todavía sigo buscándole una explicación... ¿será una deficiencia mental congénita?
viernes, marzo 07, 2008
Marchando una de mártir...
A tomar por culo, otras elecciones que se van a tachar de "golpe de estado". Ahora la cuestión es ver a quién beneficia esto... por un lado, le han regalado un mártir al PSOE, por otro lado el PP va a salir con el "os lo dije".
A lo mejor ahora el PP dice que ha sido Al Qaeda y que los que digan lo contrario son unos miserables.
Creo que este es un buen momento para romper un poco con el bipartidismo y darle el voto a algún otro que no esté de mierda hasta el cuello.
A lo mejor ahora el PP dice que ha sido Al Qaeda y que los que digan lo contrario son unos miserables.
Creo que este es un buen momento para romper un poco con el bipartidismo y darle el voto a algún otro que no esté de mierda hasta el cuello.
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