En Texas obviamente me esperaba que todo estuviese preparado para Halloween, pero que ocurra en España me parece absurdo. Dentro de unas horas estarán llamando a mi puerta niñatos disfrazados de pollas en vinagre con la tontería del "truco o trato" (pá tu culo mi aparato, ya sabéis), como si no tuviésemos suficiente con la tontería del aguinaldo (ir por ahí a pedir dinero cuando tu padre tiene un Mercedes-Benz).
Pero lo cachondo no es lo de los niños, que al fin y al cabo es comprensible, sino lo de los adultos que se supone que ya tienen dos dedos de frente. Ver cómo se entregan con pasión a tradiciones que ni les van ni les vienen es tronchante... el equivalente sería un estadounidense corriendo los Sanfermines (¡ay, si Hemingway supiera!), con el agravante de que Halloween es una fiesta para que la disfruten los pequeñajos. Imaginános a un maromo americano de unos 30 tacos corriendo delante de un chotillo o intentando atrapar un gorrino engrasado. Pues eso.
Luego hay otras cosas que hacen gracia, como ver los disfraces que escoge la gente, a veces muy acordes con su personalidad. Dan ganas de decirles que no se molesten, que ya son brujas, chupasangres o zombies descerebrados el resto del año, que intenten ser personas normales por un día para variar.
Si salgo hoy por ahí con los colegas me voy a disfrazar de cirrótico mutante del apocalipsis, para que no me dé demasiada vergüenza ajena.
A diario ocurren muchas gilipolleces graciosas que contarle a los colegas. A veces simplemente uno tiene ganas de pegar un par de gritos porque está harto de todo. En ocasiones sólo se busca provocar. Para todo eso está este blog.
viernes, octubre 31, 2008
martes, octubre 28, 2008
El viaje de vuelta
Bueno, ya hace unos cuantos días que estoy de vuelta en España y ya que estoy asentado voy a comentar las experiencias del viaje y la re-adaptación a Spain (is different TM).
Lo primero es que en la correspondencia en Philadelphia me fijé en la cantidad de películas que se habían rodado allí. Tienen un pasillo lleno con los pósters, que lo recorres con la cinta transportadora y mientras lo recorres vas descubriendo que a parte de Philadelphia y las de M. Night Shiamalan hay montones más, entre ellas Rocky, de lo que no tenía ni idea.
En el mismo aeropuerto, me comí una mierda muy extraña en el McDonald's, que era una especie de bollo relleno de mermelada con una tortilla y bacon dentro, además de que en lugar de patatas fritas había una especie de torta de patatas... qué cosas.
Durante el vuelo PHL-MAD se dio la casualidad de que coincidí con las señoras que iban a Utah, pero no me tocó nadie de compañero de asiento... supongo que sería para compensar que tenía el cagadero al lado. La comida, de nuevo una puta mierda, como en todos los aviones.
Como llegué a casa a eso de las 8:00 am, tenía la duda de si aguantaba el resto del día despierto para combatir el jet lag o me echaba una siesta y ya vería cómo evolucionaba el tema. Al final me fui a dormir, considerando que el jet lag es tu mejor amigo cuando quieres salir de fiesta hasta las tantas.
Luego estaba el tema de volver a usar mi coche... eso fue lo más duro. Un diesel con marchas manuales y con la mitad de potencia. Al principio estaba a punto de calarlo siempre al frenar, porque me olvidaba de ir reduciendo, pero al cabo del rato ya recuperé el tranquillo.
Pues eso es casi todo, no hay mucho más que contar a parte de que en unos días me voy a hacer una entrevista de trabajo a Francia, a ver si hay suertecilla.
Lo primero es que en la correspondencia en Philadelphia me fijé en la cantidad de películas que se habían rodado allí. Tienen un pasillo lleno con los pósters, que lo recorres con la cinta transportadora y mientras lo recorres vas descubriendo que a parte de Philadelphia y las de M. Night Shiamalan hay montones más, entre ellas Rocky, de lo que no tenía ni idea.
En el mismo aeropuerto, me comí una mierda muy extraña en el McDonald's, que era una especie de bollo relleno de mermelada con una tortilla y bacon dentro, además de que en lugar de patatas fritas había una especie de torta de patatas... qué cosas.
Durante el vuelo PHL-MAD se dio la casualidad de que coincidí con las señoras que iban a Utah, pero no me tocó nadie de compañero de asiento... supongo que sería para compensar que tenía el cagadero al lado. La comida, de nuevo una puta mierda, como en todos los aviones.
Como llegué a casa a eso de las 8:00 am, tenía la duda de si aguantaba el resto del día despierto para combatir el jet lag o me echaba una siesta y ya vería cómo evolucionaba el tema. Al final me fui a dormir, considerando que el jet lag es tu mejor amigo cuando quieres salir de fiesta hasta las tantas.
Luego estaba el tema de volver a usar mi coche... eso fue lo más duro. Un diesel con marchas manuales y con la mitad de potencia. Al principio estaba a punto de calarlo siempre al frenar, porque me olvidaba de ir reduciendo, pero al cabo del rato ya recuperé el tranquillo.
Pues eso es casi todo, no hay mucho más que contar a parte de que en unos días me voy a hacer una entrevista de trabajo a Francia, a ver si hay suertecilla.
lunes, octubre 20, 2008
Las ciudades de Texas
Bueno, ya he visto las 4 ciudades más importantes que hay en Texas: Austin (la capital del estado), San Antonio, Houston y Dallas; así que voy a hacer un pequeño resumen sobre qué nos podemos encontrar en cada una de ellas.
Austin es una ciudad relativamente pequeña, pero muy cuca. La parte histórica tiene un aire al Camden Town de Londres, con montones de pequeñas tiendas raras, bares y restaurantes. En ella está el capitolio del estado, que tiene como curiosidad los escudos de armas de todos los gobiernos de Texas, siendo el primero de ellos el de la Corona de Castilla.
Aquí me pude dar cuenta de la rivalidad que existe entre la University of Texas y la Texas A&M, porque todo el mundo señalaba a mi novia, que llevaba una camiseta de los Aggies, aunque como le sienta bastante bien (que todo hay que decirlo), parecía que la saludaban de buen rollo. Como siempre, todo está en Los Simpson, ya que hay un episodio en el que Lenny y Karl que han estudiado en la A&M se pican con Homer que estudió en la S.U. cuando sus equipos de fútbol se enfrentan. De hecho, si recordáis la camiseta de la que hablaba en el post anterior, se refería a la mascota de la University of Texas, que es una vaca de raza Texas Longhorn.
Austin es además la capitual mundial de la música en directo, o eso dicen, y su lema es "Keep Austin Weird".
San Antonio es una ciudad chula, sin demasiado rascacielos, pero con mucho legado histórico. Allí está la misión de El Alamo, que por lo visto fue escenario de unos pifostios muy chungos y hasta hicieron una película.
De las cosas que tienen más encanto, está el riverwalk, que digo yo que se traducirá como paseo fluvial. Se puede pasear tranquilamente por ahí y te olvidas de que estás en Estados Unidos, parece más una pequeña ciudad europea.
Houston es una metropolis en toda regla, con montones de rascacielos, ambiente cosmopolita, tranvía, polis negros y esas cosas. Ahí está el George Bush International Airport, que es donde aterricé y desde donde me iré en un par de días.
Cuando anochece, empieza a molar bastante ver cómo va cambiando la luz, hasta que te acuerdas de que es la 3ª ciudad más peligrosa de Estados Unidos.
Un coñazo de ciudad. Sólo tiene oficinas, que eso sí, están en unos rascacielos enormes. Había un culebrón que llevaba el nombre de la ciudad y todo. Las pasas putas para encontrar un McDonalds.
Aquí recomiendo que ni te metas en el downtown, las mejores fotos las puedes hacer desde lejos.
Austin
De Texas |
Austin es una ciudad relativamente pequeña, pero muy cuca. La parte histórica tiene un aire al Camden Town de Londres, con montones de pequeñas tiendas raras, bares y restaurantes. En ella está el capitolio del estado, que tiene como curiosidad los escudos de armas de todos los gobiernos de Texas, siendo el primero de ellos el de la Corona de Castilla.
Aquí me pude dar cuenta de la rivalidad que existe entre la University of Texas y la Texas A&M, porque todo el mundo señalaba a mi novia, que llevaba una camiseta de los Aggies, aunque como le sienta bastante bien (que todo hay que decirlo), parecía que la saludaban de buen rollo. Como siempre, todo está en Los Simpson, ya que hay un episodio en el que Lenny y Karl que han estudiado en la A&M se pican con Homer que estudió en la S.U. cuando sus equipos de fútbol se enfrentan. De hecho, si recordáis la camiseta de la que hablaba en el post anterior, se refería a la mascota de la University of Texas, que es una vaca de raza Texas Longhorn.
Austin es además la capitual mundial de la música en directo, o eso dicen, y su lema es "Keep Austin Weird".
San Antonio
De Texas |
San Antonio es una ciudad chula, sin demasiado rascacielos, pero con mucho legado histórico. Allí está la misión de El Alamo, que por lo visto fue escenario de unos pifostios muy chungos y hasta hicieron una película.
De las cosas que tienen más encanto, está el riverwalk, que digo yo que se traducirá como paseo fluvial. Se puede pasear tranquilamente por ahí y te olvidas de que estás en Estados Unidos, parece más una pequeña ciudad europea.
Houston
De Texas |
Houston es una metropolis en toda regla, con montones de rascacielos, ambiente cosmopolita, tranvía, polis negros y esas cosas. Ahí está el George Bush International Airport, que es donde aterricé y desde donde me iré en un par de días.
Cuando anochece, empieza a molar bastante ver cómo va cambiando la luz, hasta que te acuerdas de que es la 3ª ciudad más peligrosa de Estados Unidos.
Dallas
De Texas |
Un coñazo de ciudad. Sólo tiene oficinas, que eso sí, están en unos rascacielos enormes. Había un culebrón que llevaba el nombre de la ciudad y todo. Las pasas putas para encontrar un McDonalds.
Aquí recomiendo que ni te metas en el downtown, las mejores fotos las puedes hacer desde lejos.
lunes, octubre 13, 2008
You call it a mascot, we call it hamburger!
Ya llevo las suficientes anécdotas acumuladas como para soltar otro post sobre el american way of life, así que vamos a ello.
El título del post es lo que ponía en la camiseta que llevaba un chaval en la Texas A&M, que tenía el dibujo de una simpática vaquita. ¿Por qué me acuerdo de esto? Pues porque el tío estaba intentando atrapar una ardilla con una red para nosequé polladas de esas de las fraternidades de las universidades americanas. Como parecía divertido, nos fuimos uniendo unos cuantos a la cacería. En un momento dado, la ardilla se subió a un árbol y no se quería bajar... yo como estoy curtido en las frikadas del Bestia Team les dije que me podía subir para hacerla bajar, así que dicho y hecho, ahí me tenéis a casi diez mil kilómetros de casa subido a un alcornoque texano.
La ardilla bajó en cuanto le pegué unos cuantos meneos a la rama y todos estaban entusiasmados. El chaval de la camiseta graciosa les contó al resto que yo era de España (ya se lo había comentado yo antes) y todos asintieron con admiración mientras yo baja de un salto. De puta madre, si no tenían suficiente con este tipo de cosas , esto y esto ahora llego yo y les hago creer que en España vivimos en los árboles. De todos modos, al final el chaval no consiguió atrapar a la ardilla.
Algo que llama la atención de Texas es lo verde que está todo. Cuando dicen Texas, lo que se evoca son desiertos, cactus, amplias llanuras y vaqueros. Pues bien, ahí hay una pequeña contradicción, los vaqueros cuidan de las vacas y las vacas necesitan hierba para pastar. Así que lo de los desiertos y los vaqueros son cosas bastante incompatibles. Además, hay una humedad en el ambiente acojonante.
Veamos más cositas que me han ido pasando... estar en Estados Unidos es parecido a la pantalla del Super Mario Bros 3 en la que todo es gigante. Aquí todo es XXL. Los coches, jodidamente enormes, los Hummer ya me empiezan a parecer normales y todo. La comida, también viene envasada en recipientes descomunales, la leche y los zumos no los compras en envase de litro, sino de un galón (casi 4 litros).
Respecto al tema de las carreteras, una cosa que me sorprende es que no hay rotondas ni pasos elevados. Aquí todo lo solucionan con cruces a nivel y si hay mucho tráfico pues plantan un semáforo y ya está. Incluso en las autopistas. Por suerte aquí hasta el coche más mierda tiene como poco 170cv y uno puede incorporarse rápido. Ayer sin ir más lejos tuve que darlo todo con el Subaru para no eternizarme esperando y justo tenía al lado al Sheriff del contado, que se puso al lado con el coche y se nos quedó mirado un rato.
Más de las pequeñas diferencias que llaman la atención, aquí al McRoyal con queso lo llaman Cuarto de Libra con queso... ¿y al Whopper cómo lo llaman? Pues Whopper. Ahora en serio, las hamburgueserías son prácticamente iguales, pero con algunas diferencias que hay que conocer para no hacer el ridículo. Lo primero es que para pedir la hamburguesa con patatas y bebida, no pides "menu" (que es realmente la carta, y quedas un poco gilipollas), sino "meal". Tampoco indiques de qué quieres la bebida, porque ellos te dan el vaso y luego te lo llenas tú de lo que quieras las veces que te apetezca (como en el Ikea en España). Las servilletas y el ketchup suelen estar junto a las bebidas, para el tomate tienes un dispensador con el que te llenas unas tacitas de papel en las que luego puedes mojar las patatas o incluso la hamburguesa (en serio, lo he visto hacer, ¡la gente moja la hamburguesa en el ketchup directamente!).
Vivo en el país de los sabores... ¡y es un país grande! Otra cosa que sorprende es la variedad de todo que hay. Mismamente en el McDonalds tienes para elegir de refrescos, además de las típicas Coca-Cola normal y Light, Sprite y Fanta (sólo de Naranja), Dr. Pepper, Cerveza de Gengibre, Powerade, dos variedades de té... En los supermercados es todavía más exagerado, por ejemplo, hay filas enormes enteras dedicadas solo a los helados, que también vienen en tamaño elefantástico, por cierto (vi una tarrina de helado de vainilla que por lo menos era de 5 litros... hmmmm... yummy!).
También he estado en una misa baptista. Es parecido a lo que sale en las pelícuas, cantaban bastante y eso, pero no había negros. En el sermón me quedé un poco flipando porque a no ser que entendiera mal (que es muy posible), pusieron a España como mal ejemplo de religiosidad. Je je je je... esos no sabían que mientras aquí sólo había indios nosotros ya estábamos quemando herejes en la hoguera como unos campeones. El predicador estuvo un buen rato haciendo mofa del sacramento de la confesión como medio de expiar los pecados, usando un ficticio "kit de arrepentimiento" que compró en una tienda española como elemento ilustrativo, supongo que a modo de metáfora de las bulas. Luego estuvo hablando sobre que Jesús era la piedra fundacional (cornerstone, que aunque normalmente se traduce como piedra angular son conceptos arquitectónicos distintos) sobre la que se construían las vidas de los cristianos. Estuve a punto de levantar la mano y decirle que no estaba de acuerdo, que la piedra sobre la que está construida la Iglesia es San Pedro, por designio de J.C. en persona, que si continuamos la metáfora arquitectónica él sería el albañil, y el arquitecto sería el Espíritu Santo. Ese es el problema de alejarse de la tradición grecorromana, que Peter y Stone no están tan claramente relacionadas etimológicamente como Pedro y Piedra (o similares) en las lenguas romances. No dije nada para evitar una situación violenta, que con el Speakers' Corner en Londres ya tuve bastante experiencia oradora.
Ahora por fin, lo que todos estábais esperando... ¿Cómo son los cagaderos americanos? Si alguna vez os ha llamado la atención lo fácil que es sumergir la cabeza de alguien en el retrete en las películas, la explicación está en que aquí el agua del tubo sifónico llega mucho más arriba. La ventaja que tiene esto es que cuando cagas, la mierda cae al agua desde menos altura y con eso las probabilidades de salpicarte el ojete y de que roce la pared y deje mancha son menores. Por eso tampoco tienen escobillas.
Bueno, por ahora eso es casi todo. En el próximo post seguiré contando las cosas que me vayan pasando y hablaré sobre las visitas que estamos haciendo por aquí.
El título del post es lo que ponía en la camiseta que llevaba un chaval en la Texas A&M, que tenía el dibujo de una simpática vaquita. ¿Por qué me acuerdo de esto? Pues porque el tío estaba intentando atrapar una ardilla con una red para nosequé polladas de esas de las fraternidades de las universidades americanas. Como parecía divertido, nos fuimos uniendo unos cuantos a la cacería. En un momento dado, la ardilla se subió a un árbol y no se quería bajar... yo como estoy curtido en las frikadas del Bestia Team les dije que me podía subir para hacerla bajar, así que dicho y hecho, ahí me tenéis a casi diez mil kilómetros de casa subido a un alcornoque texano.
La ardilla bajó en cuanto le pegué unos cuantos meneos a la rama y todos estaban entusiasmados. El chaval de la camiseta graciosa les contó al resto que yo era de España (ya se lo había comentado yo antes) y todos asintieron con admiración mientras yo baja de un salto. De puta madre, si no tenían suficiente con este tipo de cosas , esto y esto ahora llego yo y les hago creer que en España vivimos en los árboles. De todos modos, al final el chaval no consiguió atrapar a la ardilla.
Algo que llama la atención de Texas es lo verde que está todo. Cuando dicen Texas, lo que se evoca son desiertos, cactus, amplias llanuras y vaqueros. Pues bien, ahí hay una pequeña contradicción, los vaqueros cuidan de las vacas y las vacas necesitan hierba para pastar. Así que lo de los desiertos y los vaqueros son cosas bastante incompatibles. Además, hay una humedad en el ambiente acojonante.
Veamos más cositas que me han ido pasando... estar en Estados Unidos es parecido a la pantalla del Super Mario Bros 3 en la que todo es gigante. Aquí todo es XXL. Los coches, jodidamente enormes, los Hummer ya me empiezan a parecer normales y todo. La comida, también viene envasada en recipientes descomunales, la leche y los zumos no los compras en envase de litro, sino de un galón (casi 4 litros).
Respecto al tema de las carreteras, una cosa que me sorprende es que no hay rotondas ni pasos elevados. Aquí todo lo solucionan con cruces a nivel y si hay mucho tráfico pues plantan un semáforo y ya está. Incluso en las autopistas. Por suerte aquí hasta el coche más mierda tiene como poco 170cv y uno puede incorporarse rápido. Ayer sin ir más lejos tuve que darlo todo con el Subaru para no eternizarme esperando y justo tenía al lado al Sheriff del contado, que se puso al lado con el coche y se nos quedó mirado un rato.
Más de las pequeñas diferencias que llaman la atención, aquí al McRoyal con queso lo llaman Cuarto de Libra con queso... ¿y al Whopper cómo lo llaman? Pues Whopper. Ahora en serio, las hamburgueserías son prácticamente iguales, pero con algunas diferencias que hay que conocer para no hacer el ridículo. Lo primero es que para pedir la hamburguesa con patatas y bebida, no pides "menu" (que es realmente la carta, y quedas un poco gilipollas), sino "meal". Tampoco indiques de qué quieres la bebida, porque ellos te dan el vaso y luego te lo llenas tú de lo que quieras las veces que te apetezca (como en el Ikea en España). Las servilletas y el ketchup suelen estar junto a las bebidas, para el tomate tienes un dispensador con el que te llenas unas tacitas de papel en las que luego puedes mojar las patatas o incluso la hamburguesa (en serio, lo he visto hacer, ¡la gente moja la hamburguesa en el ketchup directamente!).
Vivo en el país de los sabores... ¡y es un país grande! Otra cosa que sorprende es la variedad de todo que hay. Mismamente en el McDonalds tienes para elegir de refrescos, además de las típicas Coca-Cola normal y Light, Sprite y Fanta (sólo de Naranja), Dr. Pepper, Cerveza de Gengibre, Powerade, dos variedades de té... En los supermercados es todavía más exagerado, por ejemplo, hay filas enormes enteras dedicadas solo a los helados, que también vienen en tamaño elefantástico, por cierto (vi una tarrina de helado de vainilla que por lo menos era de 5 litros... hmmmm... yummy!).
También he estado en una misa baptista. Es parecido a lo que sale en las pelícuas, cantaban bastante y eso, pero no había negros. En el sermón me quedé un poco flipando porque a no ser que entendiera mal (que es muy posible), pusieron a España como mal ejemplo de religiosidad. Je je je je... esos no sabían que mientras aquí sólo había indios nosotros ya estábamos quemando herejes en la hoguera como unos campeones. El predicador estuvo un buen rato haciendo mofa del sacramento de la confesión como medio de expiar los pecados, usando un ficticio "kit de arrepentimiento" que compró en una tienda española como elemento ilustrativo, supongo que a modo de metáfora de las bulas. Luego estuvo hablando sobre que Jesús era la piedra fundacional (cornerstone, que aunque normalmente se traduce como piedra angular son conceptos arquitectónicos distintos) sobre la que se construían las vidas de los cristianos. Estuve a punto de levantar la mano y decirle que no estaba de acuerdo, que la piedra sobre la que está construida la Iglesia es San Pedro, por designio de J.C. en persona, que si continuamos la metáfora arquitectónica él sería el albañil, y el arquitecto sería el Espíritu Santo. Ese es el problema de alejarse de la tradición grecorromana, que Peter y Stone no están tan claramente relacionadas etimológicamente como Pedro y Piedra (o similares) en las lenguas romances. No dije nada para evitar una situación violenta, que con el Speakers' Corner en Londres ya tuve bastante experiencia oradora.
Ahora por fin, lo que todos estábais esperando... ¿Cómo son los cagaderos americanos? Si alguna vez os ha llamado la atención lo fácil que es sumergir la cabeza de alguien en el retrete en las películas, la explicación está en que aquí el agua del tubo sifónico llega mucho más arriba. La ventaja que tiene esto es que cuando cagas, la mierda cae al agua desde menos altura y con eso las probabilidades de salpicarte el ojete y de que roce la pared y deje mancha son menores. Por eso tampoco tienen escobillas.
Bueno, por ahora eso es casi todo. En el próximo post seguiré contando las cosas que me vayan pasando y hablaré sobre las visitas que estamos haciendo por aquí.
jueves, octubre 09, 2008
Sailing to Philadelphia... and then to Houston
Ya llevo un par de días en los Estados Unidos de América, así que mientras mi queridísima novia está preparando la cena, voy a aprovechar para contar cómo está resultando la experiencia americana...
Me levanté el martes a las 8:00 de la mañana (hora española), para coger el vuelo a las 13:05. En la facturación ya empiezan a hacerte preguntas tontas sobre si llevas explosivos en la maleta y te ponen unas pegatinillas que parecen de esas que dan con el bollicao. El avión era un Boeing 767-300, de esos bimotores que cruzan el atlántico ETOPS (Engines Turn Off: Passengers Swim). La primera escala sería en Philadelphia, la ciudad del queso untable, la del abogado gayer con SIDA y la del 6º Sentido entre otras cosas. El viaje dura unas 8 horas, así que había que comer y cenar en el avión. Me tocó sentarme al lado de una chica, que por suerte se arrancó a hablar conmigo (que ya estaba aburridísimo) y pasamos un vuelvo bastante entretenido. Después de un par de horas de cháchara, ya me dolía el cuello de mirar hacia mi derecha, así que le pedí cambiar un rato el asiento para mirar hacia el otro lado.
En el aeropuerto de Philadelphia hicimos la parte más engorrosa de todos los viajes a los U.S.A., el control de inmigración y de aduanas. Durante el vuelo teníamos que rellenar un par de tarjetillas con nuestros datos, intenciones y productos que llevábamos... ya te empiezan a meter en el cuerpo la sensación de que estás haciendo algo malo, así que tuve que confesar que llevaba algo de jamón ibérico.
En la cola del control de inmigración coincidimos con un par de señoras españolas que iban de vacaciones frecuentemente allí. Una de ellas se había comprado una casa en Utah, con los colegas mormones. Nos estuvo contando que siempre le hacían perder el tiempo cuando veían en el pasaporte la gran cantidad de veces que iba. Yo me conformaba con que no me hiciesen el examen rectal. En cuanto les dije que iba a ver a mi novia que era española y me volvía luego, no me pusieron ninguna pega... por lo visto si vas a ver a tu novia americana se ponen más cabrones por el tema de que a lo mejor te quieres quedar a vivir allí, nos comentó la señora de Utah.
En el control de aduanas me requisaron todo el embutido y el queso, los muy incultos gastronómicos. Si supiese que al menos se lo iban a comer ellos me habría dado menos pena, pero estos no aprecian estas delicatessen. Al menos lo hicieron muy amablemente y con una sonrisa, se ve que están hartos de hacerlo cada vez que llega un vuelo desde España.
Después me di unas cuantas vueltas por el aeropuerto hasta encontrar mi puerta de embarque, porque pensaba que era en otra terminal (la habían cambiado). Con el cambio de hora no tenía muy controlado el tiempo y me pegué unas carreras impresionantes hasta que una señora de información me dijo que estuviese tranquilo, que faltaba más de una hora. Mientras esperaba en la puerta de embarque se me acercó un chaval (al que yo ya le había notado las pintillas de spanish guiri) y me preguntó que si era español... resultó que él era de Barcelona y yo siendo de Madrid teníamos así que ser enemigos mortales, bromeé. Estuvimos contándonos nuestras vidas durante el viaje a Houston, la verdad es que es increible qué rápidos somos los españoles cogiendo confianzas, sobre todo cuando estamos lejos de casa y nos entra la morriña.
Una cosa a tener en cuenta sobre los aeropuertos estadounidenses es lo rápido que descargan el equipaje. En cuanto llegas a donde está la cinta, ya están todas las maletas esperando en el suelo de la sala de recogida. Y eso que tampoco se demoran demasiado en dejarte salir del avión, mucho menos que en Europa.
En Houston me despedí de mi compañero de vuelo y me fui corriendo a por el coche que tenía reservado para alquilar. Una vez allí, me metieron una sorpresa bastante desagradable por el culete, pero que al fin y al cabo ya me temía (aunque en menor medida): el precio del alquiler era casi el doble de lo que me habían dicho en la web. Hijos de puta, cómo se aprovechan de que es tarde y tienes una necesidad.
Al final resignado firmé el contrato y me fui a recoger el buga, que esperaba que fuese un Dodge Caliber (o similar). La señorita de la caseta de alquiler me dice que coja el blanco que está aparcado más cerca, que las llaves están puestas. Hey, no es un Caliber, tiene mejor pinta... me aproximo y reconozco que es un Dodge Avenger, me habría gustado que fuese un Charger para hacer rugir ese motor V6, pero bueno, tampoco está mal. Me meto dentro y las llaves no están puestas, salgo a preguntar y resulta que ya lo había cogido otro señor antes. Me dicen que si no me importa esperar... en ese momento devuelven otro coche y me preguntan que si me vale, les digo que sí, que lo que sea. El coche resulta ser un Subaru Legacy nuevecito. Toma pepino de motor Boxer de 2.5l y 170cv con tracción symmetrical AWD. La verdad es que es una pasada de coche, me siento un poco mejor por el pastizal que he pagado.
La toma de contacto con el cambio automático es un poco traumática, le pido a la chica de la cabina que me por favor me explique cómo funciona eso, que estoy acostumbrado a coches europeos. Me mira con cara de "vaya gilipollas que no sabe mover el palito este, que es palante y patrás". Al final resultaba que mi mayor problema es que intentaba meter una marcha sin tener el freno pisado, y no te deja. Después tuve que refrenar constantemente el impulso de usar el pie izquierdo para desembragar, ya que como el pedal de freno es anchote, lo pisaba y clavaba el coche de golpe, incluso lo llegué a calar una vez.
En cuanto conseguí salir del parking, que también tuvo miga, me puse a seguir las indicaciones del GPS lo mejor que pude, pero la zona de salida del aeropuerto no estaba cartografiada así que tuve que improvisar un poco. Al final me puse en ruta, pero me pasé una salida y tuve que dar cierto rodeo. Puse la radio para intentar relajarme un poco, porque además me había dejado las gafas en España y de noche mi visión deja algo que desear. Me acordé del Grand Theft Auto 2, porque las emisoras sonaban exactamente igual que las del juego, la voz de los locutores, el tono, el ritmo, todo era igual.
Tardé un par de horitas en llegar a Bryan, y en cuanto el GPS me indicó que había llegado a mi destino, comenzó el siguiente problema... ¿dónde coño tienen indicado el número de las casas?. No lo veía por ninguna parte. Dejé el coche parado en medio de la calle con las luces de emergencia y me dispuse para bajar a investigar. Ouch, las llaves no salían. Estuve haciendo fuerza en todas las direcciones, encendí y volví a apagar el motor y nada. Las dejé puestas, total, no había nadie por la calle a esas horas (ya eran más de las doce de la noche).
Vi una casa con las luces encendidas, así que me acerqué a ver si veía algo más. Di una vuelta alrededor, intentando cotillear entre las persianas, pero no me sonaba de nada. Volví al coche y entonces vi los números. Estaban pintados en el bordillo de la acera. Efectivamente, la casa que había estado merodeando no era la que buscaba, porque estaba en los impares y yo tenía que ir a los pares. Por suerte creo que nadie se dio cuenta, o habría podido pasar la noche en la comisaría o devorado por unos perros rabiosos.
Por suerte, la casa de mi novia sí que tenía el número puesto y llamé por la puerta trasera. Al fin salió mi novia y la alegría del reencuentro fue aguada por el problema de que el coche seguía con las llaves puestas. Al final probé a meter la marcha de "Parking" y las llaves salieron.
Ya habían pasado 24h despierto desde que me levanté en España, como en las mejores LAN Partys, así que eché el resto para cumplir y luego a sobar.
Me levanté el martes a las 8:00 de la mañana (hora española), para coger el vuelo a las 13:05. En la facturación ya empiezan a hacerte preguntas tontas sobre si llevas explosivos en la maleta y te ponen unas pegatinillas que parecen de esas que dan con el bollicao. El avión era un Boeing 767-300, de esos bimotores que cruzan el atlántico ETOPS (Engines Turn Off: Passengers Swim). La primera escala sería en Philadelphia, la ciudad del queso untable, la del abogado gayer con SIDA y la del 6º Sentido entre otras cosas. El viaje dura unas 8 horas, así que había que comer y cenar en el avión. Me tocó sentarme al lado de una chica, que por suerte se arrancó a hablar conmigo (que ya estaba aburridísimo) y pasamos un vuelvo bastante entretenido. Después de un par de horas de cháchara, ya me dolía el cuello de mirar hacia mi derecha, así que le pedí cambiar un rato el asiento para mirar hacia el otro lado.
En el aeropuerto de Philadelphia hicimos la parte más engorrosa de todos los viajes a los U.S.A., el control de inmigración y de aduanas. Durante el vuelo teníamos que rellenar un par de tarjetillas con nuestros datos, intenciones y productos que llevábamos... ya te empiezan a meter en el cuerpo la sensación de que estás haciendo algo malo, así que tuve que confesar que llevaba algo de jamón ibérico.
En la cola del control de inmigración coincidimos con un par de señoras españolas que iban de vacaciones frecuentemente allí. Una de ellas se había comprado una casa en Utah, con los colegas mormones. Nos estuvo contando que siempre le hacían perder el tiempo cuando veían en el pasaporte la gran cantidad de veces que iba. Yo me conformaba con que no me hiciesen el examen rectal. En cuanto les dije que iba a ver a mi novia que era española y me volvía luego, no me pusieron ninguna pega... por lo visto si vas a ver a tu novia americana se ponen más cabrones por el tema de que a lo mejor te quieres quedar a vivir allí, nos comentó la señora de Utah.
En el control de aduanas me requisaron todo el embutido y el queso, los muy incultos gastronómicos. Si supiese que al menos se lo iban a comer ellos me habría dado menos pena, pero estos no aprecian estas delicatessen. Al menos lo hicieron muy amablemente y con una sonrisa, se ve que están hartos de hacerlo cada vez que llega un vuelo desde España.
Después me di unas cuantas vueltas por el aeropuerto hasta encontrar mi puerta de embarque, porque pensaba que era en otra terminal (la habían cambiado). Con el cambio de hora no tenía muy controlado el tiempo y me pegué unas carreras impresionantes hasta que una señora de información me dijo que estuviese tranquilo, que faltaba más de una hora. Mientras esperaba en la puerta de embarque se me acercó un chaval (al que yo ya le había notado las pintillas de spanish guiri) y me preguntó que si era español... resultó que él era de Barcelona y yo siendo de Madrid teníamos así que ser enemigos mortales, bromeé. Estuvimos contándonos nuestras vidas durante el viaje a Houston, la verdad es que es increible qué rápidos somos los españoles cogiendo confianzas, sobre todo cuando estamos lejos de casa y nos entra la morriña.
Una cosa a tener en cuenta sobre los aeropuertos estadounidenses es lo rápido que descargan el equipaje. En cuanto llegas a donde está la cinta, ya están todas las maletas esperando en el suelo de la sala de recogida. Y eso que tampoco se demoran demasiado en dejarte salir del avión, mucho menos que en Europa.
En Houston me despedí de mi compañero de vuelo y me fui corriendo a por el coche que tenía reservado para alquilar. Una vez allí, me metieron una sorpresa bastante desagradable por el culete, pero que al fin y al cabo ya me temía (aunque en menor medida): el precio del alquiler era casi el doble de lo que me habían dicho en la web. Hijos de puta, cómo se aprovechan de que es tarde y tienes una necesidad.
Al final resignado firmé el contrato y me fui a recoger el buga, que esperaba que fuese un Dodge Caliber (o similar). La señorita de la caseta de alquiler me dice que coja el blanco que está aparcado más cerca, que las llaves están puestas. Hey, no es un Caliber, tiene mejor pinta... me aproximo y reconozco que es un Dodge Avenger, me habría gustado que fuese un Charger para hacer rugir ese motor V6, pero bueno, tampoco está mal. Me meto dentro y las llaves no están puestas, salgo a preguntar y resulta que ya lo había cogido otro señor antes. Me dicen que si no me importa esperar... en ese momento devuelven otro coche y me preguntan que si me vale, les digo que sí, que lo que sea. El coche resulta ser un Subaru Legacy nuevecito. Toma pepino de motor Boxer de 2.5l y 170cv con tracción symmetrical AWD. La verdad es que es una pasada de coche, me siento un poco mejor por el pastizal que he pagado.
La toma de contacto con el cambio automático es un poco traumática, le pido a la chica de la cabina que me por favor me explique cómo funciona eso, que estoy acostumbrado a coches europeos. Me mira con cara de "vaya gilipollas que no sabe mover el palito este, que es palante y patrás". Al final resultaba que mi mayor problema es que intentaba meter una marcha sin tener el freno pisado, y no te deja. Después tuve que refrenar constantemente el impulso de usar el pie izquierdo para desembragar, ya que como el pedal de freno es anchote, lo pisaba y clavaba el coche de golpe, incluso lo llegué a calar una vez.
En cuanto conseguí salir del parking, que también tuvo miga, me puse a seguir las indicaciones del GPS lo mejor que pude, pero la zona de salida del aeropuerto no estaba cartografiada así que tuve que improvisar un poco. Al final me puse en ruta, pero me pasé una salida y tuve que dar cierto rodeo. Puse la radio para intentar relajarme un poco, porque además me había dejado las gafas en España y de noche mi visión deja algo que desear. Me acordé del Grand Theft Auto 2, porque las emisoras sonaban exactamente igual que las del juego, la voz de los locutores, el tono, el ritmo, todo era igual.
Tardé un par de horitas en llegar a Bryan, y en cuanto el GPS me indicó que había llegado a mi destino, comenzó el siguiente problema... ¿dónde coño tienen indicado el número de las casas?. No lo veía por ninguna parte. Dejé el coche parado en medio de la calle con las luces de emergencia y me dispuse para bajar a investigar. Ouch, las llaves no salían. Estuve haciendo fuerza en todas las direcciones, encendí y volví a apagar el motor y nada. Las dejé puestas, total, no había nadie por la calle a esas horas (ya eran más de las doce de la noche).
Vi una casa con las luces encendidas, así que me acerqué a ver si veía algo más. Di una vuelta alrededor, intentando cotillear entre las persianas, pero no me sonaba de nada. Volví al coche y entonces vi los números. Estaban pintados en el bordillo de la acera. Efectivamente, la casa que había estado merodeando no era la que buscaba, porque estaba en los impares y yo tenía que ir a los pares. Por suerte creo que nadie se dio cuenta, o habría podido pasar la noche en la comisaría o devorado por unos perros rabiosos.
Por suerte, la casa de mi novia sí que tenía el número puesto y llamé por la puerta trasera. Al fin salió mi novia y la alegría del reencuentro fue aguada por el problema de que el coche seguía con las llaves puestas. Al final probé a meter la marcha de "Parking" y las llaves salieron.
Ya habían pasado 24h despierto desde que me levanté en España, como en las mejores LAN Partys, así que eché el resto para cumplir y luego a sobar.
martes, octubre 07, 2008
El Bestia Team se sube arriba (a La Galana)
¡El Bestia Team vuelve a montarla en Gredos! Esta vez hemos ido a por el segundo pico más alto después del Almanzor, pero con un poco más de mala leche: La Galana.
El plan era el siguiente: recoger al Figura después de su curso de reciclaje, a eso de las 21:15 y salir pitando para Gredos. Una vez allí, hacer el camino desde la plataforma hasta la Laguna Grande, acampar, pasar la noche lo mejor que pudiésemos y a la mañana siguiente subir (y luego bajar) a La Galana.
La cosa empezó un poco retrasada, porque entre que encontré al Figura y al resto de colegas con los que habíamos quedado (Paco, Fran e Isa), nos dieron más de las 21:30, luego nos tomamos unos sandwiches putrefactos del Rodillazo (en el estómago) y al final salimos sobre las 22:00 de Madrid hacia la A6.
Llegamos a la Plataforma de Gredos a eso de las 00:30, sin mayores contratiempos por el camino que una pillada de mano que le hice al Figura con la ventanilla de mi coche, cuando la bajé por un segundo para que nos hiciésemos una idea del frío que hacía fuera, ese tiempo fue suficiente para que asomase la zarpa y se la entallase mientras la intentaba retirar. La verdad es que tiene fuerza el elevalunas de mi coche.
Una vez en la Plataforma, nos empezamos a abrigar con todo lo que llevábamos (varias capas de ropa, guantes, gorros, bragas, forros polares...), porque hacía un frío de pelotas. Entre eso y el preparar las linternas, los frontales, cargar bien las mochilas y comer algunas piezas de fruta, empezamos a marchar sobre las 00:50 hacia la Laguna Grande.
Al poco rato empezamos a notar que andar tan abrigados por caminos tan empinados da demasiado calor, así que tuvimos que hacer algunas paradas técnicas para poner y quitarnos prendas hasta encontrar el equilibrio térmico adecuado. Hicimos algunas intentonas de ir sin luces, pero la luna estaba bastante escondida y las estrellas, que se veían con muchísima claridad, no eran suficiente.
Encontrar la primera fuente fue más fácil de lo que pensábamos, a pesar de haber tenido unas cuantas falsas alarmas durante el primer tramo del recorrido, pensando que la teníamos delante. Paramos allí a repostar agua y descansar unos minutos y luego continuamos el camino hacia el mirador.
Sobre las 2:55 notamos que algo se mueve delante de nosotros. Acojone tipo "Blair Witch Project" durante unos segundos, hasta que conseguimos reconocer al OANI (Objeto Asustador No Identificado), que no era más que una cabra que salió corriendo camino hacia adelante.
El resto del camino hasta la altura de la laguna no tuvo mayores incidentes, pero justo al llegar a la orilla tuvimos que hacer un poco de backtracking para seguir por la ruta correcta hacia el refugio. El segundo susto de la noche vino cuando yo iba a la cabeza y escuché un repiquetear metálico... tardé unas décimas de segundo jodidamente intensas en asociar ese sonido a las patas encadenadas de los caballos que tienen los encargados del refugio.
Una vez al lado del refugio estuvimos a punto de pisar a unos cuantos montañeros que estaban vivaqueando entre las piedras con un par de huevos. Buscamos un sitio más o menos llano para plantar las tiendas y a las 4:00 de la madrugada aproximadamente ya estábamos metidos hasta las orejas en los sacos de dormir. A mí se me empezó a quedar el culo frío porque justo tenía que ponerlo fuera del aislante para tener una postura equilibrada y no resbalarme... así que le tuve que pedir al Figura que me arropase con el saco extra que había traido amablemente en previsión de que hiciese demasiado frío; todo un detallazo.
Después de hacer un par de veces la coña de "Necesito una mujeeeeeeé!", ya empecé a quedarme sopa mientras el Figura me contaba nosequé historias y tuve que advertirle que no se molestase mucho, que ya no procesaba lo que me decía.
A las 9:00 de la mañana ya se empezaba a oír actividad de nuestros compañeros, que querían ir a desayunar al refugio. Nosotros optamos por seguir durmiendo un rato más. El frío mañanero, que se nos cala en los huesos más que durante la noche, nos incita a quedarnos en los sacos el máximo rato posible, pero al final al grito de ¡¡¡Bestia Team!!! el Figura y yo nos armamos de valor y salimos de un salto, para acto seguido empezar a abrigarnos como unas nenazas.
A eso de las 11:00 ya tenemos recogidas las tiendas y estamos preparados para comenzar la ascensión. Fran, que es novel en este tema (juas, dicho así parece que nosotros fuésemos Edmund Hillary, que por cierto, murió a comienzos de este año), tuvo un ataque de sentido común y decidió quedarse cerca del refugio en lugar de venir con nosotros (un alivio también para nuestras espaldas, porque se quedó encargado de cuidar las tiendas y los sacos).
La ascensión, como siempre, es un coñazo al comienzo. Mucho esfuerzo físico al subir por las morrenas y poca diversión. A mí siempre se me quitan las ganas de continuar por el cansancio muscular, sobre todo cuando pienso que todo lo que estoy ascendiendo lo voy a tener que descender luego, pero por suerte siempre están ahí los colegas arengándome. Me acuerdo mucho de lo que pesa mi cámara réflex y de por qué narices me la habré llevado... al menos sólo me he llevado el Vivitar 28-210mm f3.5-5.6, que a pesar de que no es lo mejor en óptica, es el más versátil que tengo y también muy robusto, por si se lleva alguna sacudida.
Vamos subiendo hasta la portilla del venteadero, donde nos encontramos con más gente que sube a La Galana y algunos que ya bajan. Hacemos una parada para disfrutar de las vistas, picar un poco y echar un trago, aunque el agua ya se nos está acabando y preferimos reservarla. Desde ahí, La Galana está un poco tapada y aún así acojona bastante.
Terminamos de bordear el pequeño pico que tenemos delante hasta llegar a la muesca que lo separa de La Galana. Aquí, una sensación de auténtico riesgo empieza a rondar la cabeza. Es el momento del todo o nada: o te vuelves para el refugio con el rabo entre las piernas o le echas huevos y sigues hasta la cima de La Galana. Al final se impone el "ya que he llegado hasta aquí...".
Esperamos a que se volviese toda la gente que había subido a la cima o que estaba por allí, para evitar congestiones en pasos complicados, que podrían provocar situaciones bastante incómodas. Dejamos las mochilas al otro lado de la muesca y sólo con la cámara de fotos (hija de puta, lo que pesas) y nos pusimos a ello.
A partir de ahí al Figura no paró de temblarle el labio hasta que llegamos arriba (y ahí le siguió temblando). Cuando estábamos llegando al punto complicado, unos de los montañeros con los que nos habíamos cruzado antes, nos dieron a gritos desde abajo indicaciones sobre cómo subir. Se agradece bastante cualquier apoyo, más que nada por saber que hay gente que ya lo ha hecho y que no vas a ser el primer loco que suba y se escoñe por meterse por sitios imposibles.
Al final coronamos y ya nos quedamos tranquilos, pero por poco, porque el descenso suele ser más jodido que la subida.
Sin más incidentes llegamos de vuelta a la base del Ameal de Pablo, donde el Figura y yo nos quitamos las botas y remojamos un rato los pies en la charquita. Paco e Isa sacaron los kikos y nos pusimos a comer. Al poco rato, vemos que se acerca un macho cabrío con unos cuernos bastante imponentes. Suponemos que las intenciones que trae son de picotear lo que se nos caiga o les arrojemos, así que le digo a Paco que para que nos deje tranquilo que les eche unos kikos lejos, porque el Figura y yo estamos descalzos y no nos apetece echarnos a correr por si pretende embestirnos.
Paco se pone a tirar kikos como loco, mientras ve que el cabrón se le acerca. Desesperado ya tira la bolsa y se aleja. Yo me incorporo y le quito la bolsa de delante de los morros al cabrón antes de que empiece a considerarlo como propiedad suya y nos quedemos sin kikos.
Al momento, se unen un par de machos cabríos más y somos testigos a escasos metros de unos pequeños testarazos que se meten entre ellos para ver quién se come los kikos. Mientras tanto, el primer cabrón gorrón parece que está posando para mi cámara de fotos. Cuando nos hemos hartado de hacer fotos a los cabrones seguimos con el descenso, que es más puñetero por el cansancio que ya llevan los cuádriceps encima.
Por fin, sobre las 17:30 pudimos llegar al refugio, donde estaba Francisco esperándonos. Por suerte se lo había montado bien y había estado dando paseos por ahí cerca y hablando con la gente, así que no llegó a aburrirse. Nos habríamos sentido bastante mal los demás si no hubiese sido así...
Nos ponemos a comer como unos posesos, las deliciosas empanadas, tortilla y pan de ajo que ha preparado la madre de Paco, al lado de lo cual los bocatas palidecen por completo. Después, estiramos las esterillas y nos echamos un rato al solecillo, que pega bastante bien.
A las 19:00 nos vamos incorporando, porque el sol se ha puesto detrás del Almanzor y empieza a refrescar cosa mala. Nos abrigamos, recogemos todo y emprendemos el camino de vuelta hasta la plataforma.
Anochece por el camino y a la altura de la primera fuente nos encontramos con otros tan frikis como nosotros, que van hacia la Laguna Grande con linternas y frontales,a repetir nuestra pequeña gesta.
Llegamos a los coches sobre la 21:30. Estamos bastante contentos por el esfuerzo realizado. A pesar de que todo el mundo nos había dicho que a quién se le ocurría hacer esas locuras, nos había salido todo perfectamente sin ningún percance de importancia.
A mi coche le cuesta un poco arrancar después de haber pasado una noche a la intemperie, pero al poco ya está ronroneando como un gatito asmático y rodando hacia Madrid.
El plan era el siguiente: recoger al Figura después de su curso de reciclaje, a eso de las 21:15 y salir pitando para Gredos. Una vez allí, hacer el camino desde la plataforma hasta la Laguna Grande, acampar, pasar la noche lo mejor que pudiésemos y a la mañana siguiente subir (y luego bajar) a La Galana.
La cosa empezó un poco retrasada, porque entre que encontré al Figura y al resto de colegas con los que habíamos quedado (Paco, Fran e Isa), nos dieron más de las 21:30, luego nos tomamos unos sandwiches putrefactos del Rodillazo (en el estómago) y al final salimos sobre las 22:00 de Madrid hacia la A6.
Llegamos a la Plataforma de Gredos a eso de las 00:30, sin mayores contratiempos por el camino que una pillada de mano que le hice al Figura con la ventanilla de mi coche, cuando la bajé por un segundo para que nos hiciésemos una idea del frío que hacía fuera, ese tiempo fue suficiente para que asomase la zarpa y se la entallase mientras la intentaba retirar. La verdad es que tiene fuerza el elevalunas de mi coche.
Una vez en la Plataforma, nos empezamos a abrigar con todo lo que llevábamos (varias capas de ropa, guantes, gorros, bragas, forros polares...), porque hacía un frío de pelotas. Entre eso y el preparar las linternas, los frontales, cargar bien las mochilas y comer algunas piezas de fruta, empezamos a marchar sobre las 00:50 hacia la Laguna Grande.
Al poco rato empezamos a notar que andar tan abrigados por caminos tan empinados da demasiado calor, así que tuvimos que hacer algunas paradas técnicas para poner y quitarnos prendas hasta encontrar el equilibrio térmico adecuado. Hicimos algunas intentonas de ir sin luces, pero la luna estaba bastante escondida y las estrellas, que se veían con muchísima claridad, no eran suficiente.
Encontrar la primera fuente fue más fácil de lo que pensábamos, a pesar de haber tenido unas cuantas falsas alarmas durante el primer tramo del recorrido, pensando que la teníamos delante. Paramos allí a repostar agua y descansar unos minutos y luego continuamos el camino hacia el mirador.
Sobre las 2:55 notamos que algo se mueve delante de nosotros. Acojone tipo "Blair Witch Project" durante unos segundos, hasta que conseguimos reconocer al OANI (Objeto Asustador No Identificado), que no era más que una cabra que salió corriendo camino hacia adelante.
El resto del camino hasta la altura de la laguna no tuvo mayores incidentes, pero justo al llegar a la orilla tuvimos que hacer un poco de backtracking para seguir por la ruta correcta hacia el refugio. El segundo susto de la noche vino cuando yo iba a la cabeza y escuché un repiquetear metálico... tardé unas décimas de segundo jodidamente intensas en asociar ese sonido a las patas encadenadas de los caballos que tienen los encargados del refugio.
Una vez al lado del refugio estuvimos a punto de pisar a unos cuantos montañeros que estaban vivaqueando entre las piedras con un par de huevos. Buscamos un sitio más o menos llano para plantar las tiendas y a las 4:00 de la madrugada aproximadamente ya estábamos metidos hasta las orejas en los sacos de dormir. A mí se me empezó a quedar el culo frío porque justo tenía que ponerlo fuera del aislante para tener una postura equilibrada y no resbalarme... así que le tuve que pedir al Figura que me arropase con el saco extra que había traido amablemente en previsión de que hiciese demasiado frío; todo un detallazo.
Después de hacer un par de veces la coña de "Necesito una mujeeeeeeé!", ya empecé a quedarme sopa mientras el Figura me contaba nosequé historias y tuve que advertirle que no se molestase mucho, que ya no procesaba lo que me decía.
A las 9:00 de la mañana ya se empezaba a oír actividad de nuestros compañeros, que querían ir a desayunar al refugio. Nosotros optamos por seguir durmiendo un rato más. El frío mañanero, que se nos cala en los huesos más que durante la noche, nos incita a quedarnos en los sacos el máximo rato posible, pero al final al grito de ¡¡¡Bestia Team!!! el Figura y yo nos armamos de valor y salimos de un salto, para acto seguido empezar a abrigarnos como unas nenazas.
A eso de las 11:00 ya tenemos recogidas las tiendas y estamos preparados para comenzar la ascensión. Fran, que es novel en este tema (juas, dicho así parece que nosotros fuésemos Edmund Hillary, que por cierto, murió a comienzos de este año), tuvo un ataque de sentido común y decidió quedarse cerca del refugio en lugar de venir con nosotros (un alivio también para nuestras espaldas, porque se quedó encargado de cuidar las tiendas y los sacos).
La ascensión, como siempre, es un coñazo al comienzo. Mucho esfuerzo físico al subir por las morrenas y poca diversión. A mí siempre se me quitan las ganas de continuar por el cansancio muscular, sobre todo cuando pienso que todo lo que estoy ascendiendo lo voy a tener que descender luego, pero por suerte siempre están ahí los colegas arengándome. Me acuerdo mucho de lo que pesa mi cámara réflex y de por qué narices me la habré llevado... al menos sólo me he llevado el Vivitar 28-210mm f3.5-5.6, que a pesar de que no es lo mejor en óptica, es el más versátil que tengo y también muy robusto, por si se lleva alguna sacudida.
Vamos subiendo hasta la portilla del venteadero, donde nos encontramos con más gente que sube a La Galana y algunos que ya bajan. Hacemos una parada para disfrutar de las vistas, picar un poco y echar un trago, aunque el agua ya se nos está acabando y preferimos reservarla. Desde ahí, La Galana está un poco tapada y aún así acojona bastante.
Terminamos de bordear el pequeño pico que tenemos delante hasta llegar a la muesca que lo separa de La Galana. Aquí, una sensación de auténtico riesgo empieza a rondar la cabeza. Es el momento del todo o nada: o te vuelves para el refugio con el rabo entre las piernas o le echas huevos y sigues hasta la cima de La Galana. Al final se impone el "ya que he llegado hasta aquí...".
Esperamos a que se volviese toda la gente que había subido a la cima o que estaba por allí, para evitar congestiones en pasos complicados, que podrían provocar situaciones bastante incómodas. Dejamos las mochilas al otro lado de la muesca y sólo con la cámara de fotos (hija de puta, lo que pesas) y nos pusimos a ello.
A partir de ahí al Figura no paró de temblarle el labio hasta que llegamos arriba (y ahí le siguió temblando). Cuando estábamos llegando al punto complicado, unos de los montañeros con los que nos habíamos cruzado antes, nos dieron a gritos desde abajo indicaciones sobre cómo subir. Se agradece bastante cualquier apoyo, más que nada por saber que hay gente que ya lo ha hecho y que no vas a ser el primer loco que suba y se escoñe por meterse por sitios imposibles.
Al final coronamos y ya nos quedamos tranquilos, pero por poco, porque el descenso suele ser más jodido que la subida.
Sin más incidentes llegamos de vuelta a la base del Ameal de Pablo, donde el Figura y yo nos quitamos las botas y remojamos un rato los pies en la charquita. Paco e Isa sacaron los kikos y nos pusimos a comer. Al poco rato, vemos que se acerca un macho cabrío con unos cuernos bastante imponentes. Suponemos que las intenciones que trae son de picotear lo que se nos caiga o les arrojemos, así que le digo a Paco que para que nos deje tranquilo que les eche unos kikos lejos, porque el Figura y yo estamos descalzos y no nos apetece echarnos a correr por si pretende embestirnos.
Paco se pone a tirar kikos como loco, mientras ve que el cabrón se le acerca. Desesperado ya tira la bolsa y se aleja. Yo me incorporo y le quito la bolsa de delante de los morros al cabrón antes de que empiece a considerarlo como propiedad suya y nos quedemos sin kikos.
Al momento, se unen un par de machos cabríos más y somos testigos a escasos metros de unos pequeños testarazos que se meten entre ellos para ver quién se come los kikos. Mientras tanto, el primer cabrón gorrón parece que está posando para mi cámara de fotos. Cuando nos hemos hartado de hacer fotos a los cabrones seguimos con el descenso, que es más puñetero por el cansancio que ya llevan los cuádriceps encima.
Por fin, sobre las 17:30 pudimos llegar al refugio, donde estaba Francisco esperándonos. Por suerte se lo había montado bien y había estado dando paseos por ahí cerca y hablando con la gente, así que no llegó a aburrirse. Nos habríamos sentido bastante mal los demás si no hubiese sido así...
Nos ponemos a comer como unos posesos, las deliciosas empanadas, tortilla y pan de ajo que ha preparado la madre de Paco, al lado de lo cual los bocatas palidecen por completo. Después, estiramos las esterillas y nos echamos un rato al solecillo, que pega bastante bien.
A las 19:00 nos vamos incorporando, porque el sol se ha puesto detrás del Almanzor y empieza a refrescar cosa mala. Nos abrigamos, recogemos todo y emprendemos el camino de vuelta hasta la plataforma.
Anochece por el camino y a la altura de la primera fuente nos encontramos con otros tan frikis como nosotros, que van hacia la Laguna Grande con linternas y frontales,a repetir nuestra pequeña gesta.
Llegamos a los coches sobre la 21:30. Estamos bastante contentos por el esfuerzo realizado. A pesar de que todo el mundo nos había dicho que a quién se le ocurría hacer esas locuras, nos había salido todo perfectamente sin ningún percance de importancia.
A mi coche le cuesta un poco arrancar después de haber pasado una noche a la intemperie, pero al poco ya está ronroneando como un gatito asmático y rodando hacia Madrid.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)