Es que ella es asín. Por lo visto hay gente que cree que esa es una justificación perfectamente válida para la bochornosa conducta que presentan algunas personas. El caso concreto que me ha venido a la memoria es de la no sé si última o penúltima temporada de Gran Hermano, donde salía la madre de una indivídua en actitud prepotente defendiendo a capa y a espada a la estúpida de su hija.
Un día de estos me apuntaré al casting Gran Hermano, por puro afán de exhibicionismo, para demostrar que no sólo hay gilipollas pululando por este planeta. Supongo que no pasaré ni la primera ronda, ya que una persona inteligente y con educación (esto es discutible) no da espectáculo... pero bueno, no nos desviemos, ésta es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.
Volviendo al tema con el que se abría este post, hace un par de días unos colegas de mi hermano se auto-invitaron para hacer una barbacoa en mi casa. Como ya había comentado antes, mientras no haya orgías de violencia, sexo y destrucción, en mi casa no hay ningún problema... pues bien, creo que hay que añadir un punto más. Me jode que cuando vienen los colegas de mi hermano me hagan pagar a mí también la parte proporcional de lo que han pillado para comer... coño, que yo vivo allí, que seguro que a ellos les sentaría mal que les cobrase la estancia. Otras lindezas que tienen son rebuscar en los cajones, no recoger la mesa (¡ya no hablemos de fregar los platos!), saquear los refrescos del frigorífico (debería cobrárselos)...
Sigamos con lo que habíamos empezado. Resulta que a veces nos resignamos a aceptar a la gente tal y como viene de serie... ¡error! porque tú sabes que el coche según sale de fábrica es una mierda, que necesita ser preparado, con unos buenos alerones, unas llantas, un equipo de música y unas pegatinas del eskorpias y el radikal. Pues con las personas igual, el determinismo genético al que aluden algunos (aún sin tener ni puta idea de lo que es un gen, desde luego que no emplean esta terminología) es de lo más poco influyente en el carácter.
Todos nos cabreamos más o menos con la misma facilidad e intensidad y a todos se nos ocurren las mismas formas de aprovecharnos de los demás. Sin embargo, hay una pequeña diferencia que hace que algunos sean carne de tertulia de Crónicas Marcianas y otros no. Esa diferencia es la educación. La educación es lo que nos impide levantarnos y partirle la cara al primer energúmeno que se nos cruza, lo que nos impide levantar la voz cuando queremos hacer ver que tenemos más razón que los demás, lo que hace que no caigamos en la picaresca propia del siglo XVII, gorroneando a los colegas y escamoteando todo lo posible.
Concluyendo, que la educación no viene grabada en ningún cromosoma, y que a veces uno se da cuenta de que lo que la gente ha necesitado es un buen condicionamiento ambiental durante la infancia, en forma de una buena manita de hostias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario